Capítulo 50: Solo faltas tú.

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Narra Thommy.

No recuerdo muy bien a la perfección qué fue lo que sucedió realmente... pero de alguna u otra manera, las imágenes podían llegar a mi mente como un leve flash que me daba a entender y saber lo que había sucedido. Todo tenía el aspecto de una mala y fea pesadilla; me encontraba en una especie de cancha de fútbol que había sido modificada con el fin de asesinar caminantes e incluso personas, con algunas jaulas alrededor con al menos media docena de esos seres ahí encerrados agarrando los barrotes con fuerza y mordiéndolos en un vano intento de poder escapar. Mi consciencia iba y venía debido a la excesiva pérdida de sangre que había tenido y que, en estos momentos, bajaba por mi pierna como un chorro caliente que no paraba... mi muerte estaba cerca.

Tras de mí, se deslumbraba un largo camino de sangre que iba dejando a medida que iba avanzando... apenas si podía caminar, pero no era problema, pues dos tipos me llevaban arrastrado como un soldado que había sido herido en batalla a través de los interminables túneles que poseía el hormiguero. Sentí mucho frío en mi cuerpo, los ojos los tenía casi en blanco y un leve pitido lograba escucharse cerca de mis oídos. La gente que se hallaba en los túneles, de inmediato se hacían a un lado apenas si nos veían pasar y algo de miedo se pudo ver en ellos al ver la sangre por todas partes y el aspecto que poseía en ese momento. Iba a morir desangrado y pronto volvería como una de esas cosas... no, eso no podía pasar.

Todo tenía un brillo bastante extraño que me hacía sentir como si tuviera súper poderes... incluso las paredes y cualquier objeto inanimado tenían ese raro aspecto extraño y distorsionado, provocándome naúseas y ganar de vomitar. Sentí escalofríos y mucha debilidad debido a la falta de sangre que mi cerebro estaba teniendo en ese momento, creando en mi los peores escenarios. Quedaba poco tiempo.

Llegamos a lo que parecí ser la enfermería de la colmena y los dos hombres no se detuvieron en ningún momento ni siquiera para pestañear. Hicieron un último esfuerzo cuando estábamos dentro y me recostaron sobre una camilla blanca que de inmediato terminó de color rojo y mojada por el agua de lluvia que tenía encima. La luz me fastidiaba los ojos y mis respiraciones eran cortas y rápidas.

Una chica de cabello oscuro y de ojos verdes se acercó a toda prisa sin pestañear ni pensarlo dos veces... al verme, no preguntó nada, solo me tomó el brazo y a continuación midió el pulso.

—Su ritmo cardíaco es muy bajo... —la oí decir, pero sus palabras sonaban rodeadas de un gran eco, como si etuviera al otro lado de un largo túnel y yo al otro mientras ella hablaba.

—La reina lo quiere vivo... pero si no hay remedio recuerda lo que tienes que hacer. —escuché decir al hombre que me había sacado de la celda arrastrado como a un animal. Lo volteé a mirar, me dedicó una última mirada y desapareció.

Mi mirada se posó de nuevo sobre la chica la cual no se veía muy a gusto por lo que estaba pasando. Llevaba su cabello recogido en un gran bollo y un esqueleto de color café con unos guantes de látex azules en sus manos.

Los dos hombres se fueron sin murmurar una sola palabra más y se quedaron en la entrada de la enfermería. La chica, cuyo nombre le desconocía todavía, se inclinó hacia mí y me observó los ojos detalladamente. Mientras esto sucedía, apareció un chico que de inmediato comenzó a tratar la herida de bala que no parecía parar de sangrar. Me quitó los pantalones y subió parte de la ropa interior en la pierna izquierda para así tener una mejor visibilidad de la herida y luego puso una toalla sobre ella. Ambos estaban trabajando rápido.

—¡Mariana!—lo oí exclamar mientras hacía presión. —Se está vaceando...

—Ay por el amor de Dios... —respondió ella un tanto preocupada. Guardó su pequeño aparato con la luz y se apartó de mí.

Apocalipsis Z El Inicio - Romance GayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora