Capítulo 66: La mala hierba.

168 56 9
                                    

Hola 👋, perdón por tenerlos tan olvidados, pero ya saben, las cosas han estado complicadas y a mi me ha hecho falta inspiración. Luego de un tiempo he vuelto a entrar y he encontrado bastantes comentarios de la gente apoyándome y pidiendo que siga la historia, así que eso haré 🥳 muchísimas gracias por todo el apoyo.

Narra Josh .

Provocar a un hombre pidiéndole que te mate es como decirle a un bebé que saque la raíz cuadrada de un número, simplemente, no podrá y terminará por dejar que alguien más se llene las manos de sangre. Hasta ese momento, mi plan estaba funcionando tal y cómo yo quería que funcionara y solo necesitaba seguir la corriente para que creyera que estaba arrepentido de lo que había hecho. 

—NO. —dije en voz alta sin quitarle los ojos de encima a ese chico mientras no dejaba de apuntarme con su arma. Sus ojos brillaban a tal punto que se podía ver reflejado el odio que llevaba contra mí. 

Bill se sintió satisfecho ante mi respuesta y pude notar que no tenía ni una sola pizca de compasión. Ambos éramos iguales y él lo sabía por mucho que lo negara ... pero entonces en ese instante, hice algo que yo no había esperado entre mis planes. Se giró, me apuntó con su arma de fuego y me disparó en ambas piernas de forma seguida. Pegué un alarido de dolor insoportable y caí tendido sobre el suelo mientras este se llenaba con mi sangre.

—Buena suerte, Josh. —fue lo último que le escuché decir. Se dio media vuelta y se perdió a la camioneta donde estaban esperando los demás. Seguí gritando y maldiciendo y antes de que pudieran irse dije unas últimas palabras.

—¡HIJO DE PUTA! —exclama a todo pulmón mientras me arrastraba por el suelo intentando salvar mi vida. —¡VOLVERÉ POR TU CABEZA ASÍ ME CONVIERTA EN UN CAMINANTE!

Por un momento pensé que las cosas no iban a salir bien para mí en esta ocasión. Seguí arrastrando mis piernas con ayuda de mis manos mientras buscaba un fuerte dolor por cada tirón que daba. Me recosté contra una camioneta y agarré una piedra de buen tamaño que tenía a mi lado. Los caminantes se encontraban acercando a un paso lento hacia mi posición mientras sus espaldas todo ardía como el mismísimo infierno.

El primer caminante era casi irreconocible, parte de su rostro estaba quemado y sus ojos estaban secos como una pasa. Se siguió acercando a mi mientras sus labios desaparecidos dejaban ver una dentadura grande y oscura que chirriaban cuando apretaba la mandíbula. Cuando lo tuve bastante cerca, golpeé su rodilla con la roca rompiendosela por completo y, sin perder el tiempo, aproveché para aplastarle el cráneo.

—Esta vez no. —dije para mí mismo. Tomé una roca más pequeña y apuñalé el vientre del caminante para luego comenzar a extraer sus intestinos. Entre arcadas y una sensación de asco, me colgué las tripas al cuello y me embarré con ellas hasta donde fuera necesario y teniendo cuidado de no tocar las heridas de bala.

El olor era tan fuerte, que quería vomitar, pero ya era demasiado tarde. Así que solo me quedé recostado allí mientras los caminantes comenzaban a pasar por mi lado ignorandome por completo. Sonreí satisfecho y comencé a pensar en las miles de formas que podría matar a Bill y a sus compañeros, mejor dicho... la mejor manera de acabar con la prisión.

Estaba perdiendo mucha sangre, por lo que sin darme cuenta caí inconsciente mientras veía a todos esos seres pasar por mi lado dando grandes gruñidos. Todo ahora se comenzaba a ver cómo pequeños flashbacks y lo último que recordaba era que por fin había salido el sol y a varios de mis hombres encontrándome allí tirado.

—¿SEÑOR? —dijo uno de ellos. Vi de reojo a otro acribillar a un caminante con un bate de béisbol y luego, al ver que estaba medio consciente, decidieron ayudarme. —No se preocupe mi señor... lo pondremos a salvo.

Apocalipsis Z El Inicio - Romance GayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora