Narra Joshua.Me levanté de la silla con una sonrisa que me iba de oreja a oreja... algo en mi interior se encendió, era una gran idea que brillaban en lo más profundo de mi cabeza y que me hacia recuperar la fe en la humanidad; aquello que ya hacia mucho rato había perdido cuando la palabra de Dios se cumplió, justo en Apocalipsis donde decía, "Cuando no haya más cabida en el infierno, los muertos caminaran sobre la tierra"... sí, justo así se cumplió y ahora sólo los elegidos son los que estamos vivos, pero aquí algo cambia, yo no soy un elegido, yo soy un PROFETA que llevará a todas las personas que aún siguen vivas directo a una vida mejor, les enseñaré a encontrar el camino de la salvación y les enseñaré que si se dejan enfermar, estarán condenados a arder en un lago de azufre por el resto de sus vidas.
Salí de la habitación en la que me encontraba y caminé a paso lento mientras silbaba una agradable canción que desde hacia rato tenía taladrada en mi cabeza... curiosamente era la misma canción que estaba sonando el día que mi esposa e hija murieron... pero a manos mías. Seguí caminando y entonces llegue a mi cuarto, tomé el pomo de la puerta, la abrí y me adentré mientras está a si vez hacia sonar sus bisagras debido a lo oxidadas que estaban.
Algo de luz impregnaba el lugar y eso era más que suficiente para poder encontrar lo que necesitaba. Seguí tarareando la canción y al final seguí silbando, me di cuenta de que sonaba mejor con esto último. Me acerqué a mi cama, me agaché a un lado y saqué una pequeña cajita que había bajo mi dormitorio. La puse sobre la cama y luego le senté a su lado. Acto seguido la abrí y mis ojos brillaron con lo que había en su interior.
Una Desert Eagle de calibre 50 de color plateado me estaba esperando bien acomodada en su respectivo estuche. La saqué de allí y entonces sentí el poder, sentí y recordé cuando la había usado en contra de mi propia familia, pero todo esto lo había hecho por un bien; una voz me lo había dicho, me había advertido de que ellas estaban poseidas y yo, pues, tuve que tomar cartas en el asunto, ¿qué porqué no estoy en la cárcel?, es una pregunta fácil de responder... cuando uno sabe esconder los cuerpos y cuando muy poca gente sabe de la existencia de esas personas, es fácil salirse con las de uno... solo recordar todo esto me generó una gran emoción, era hora de limpiar a nuevas personas y llevarlas por el camino del bien.
Extraje de la cajita lo que necesitaba, toda la munición y un cinturón que me permitía tener la Desert colgada a mi cintura y al alcance de mis manos por si algo salía mal. Mientras me acomodada todo y me ponía una pesada chaqueta sobre mi cuerpo, volteé a mirar un gran espejo que tenía frente a mí... sonreí al darme cuenta de que como estaba vestido, parecía que hubiera salido de una película de vaqueros, solamente me faltaba el sombrero y los jeans que los caracterizaban a ellos.
Me acerqué a la ventana más próxima en cuanto escuché que alguien estaba arrastrando algo por el suelo y cuando lo hice me di cuenta de que era una horda de esas cosas que peregrinaba por todo el medio de la calle, arrastrando sus pies y generando un sonido que se podía escuchar a algunos metros de distancia.
-Vaya que son muchos... -comenté para mis adentros, corrí la cortina y me di media vuelta. Cerré los ojos y puse ambas manos en oración. -El que camina con Dios, a nada ha de temerle.
Una vez dicho esto, bajé ambos brazos y abrí los ojos para luego salir de la habitación. Llegué hasta la primera planta y me dirigí hacia la puerta trasera... ya estaba decidido a abandonar mi hogar. Además, ya no tenía comida, necesitaba buscar nuevos horizontes y aquí encerrado no iba a lograr nada; eso sin contar que si no me iba ahora, la horda podría hacerme más densa y quedaría atrapado aquí, muriendo de hambre... no estaba preparado para correr tal riesgo, era hora de salir y abandonar este lugar.
En cuanto abrí la puerta trasera, sentí una fuerte brisa que golpeó mi rostro ocasionando que la piel se me pusiera de gallina. El día estaba gris, con unas enormes nubes que indicaban que pronto iba a llover y una brisa bastante fuerte y fría que calaba los huesos. Di un par de pasos hacia el frente y entonces sucedió lo que menos me esperaba. Desde mi vista izquierda, apareció uno de esos demonios dando enormes zancadas hacia mi posición... apenas si pude reaccionar ante su ataque y eso sin contar que me quedé un momento estático debido al aspecto que este tenía.
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Apocalipsis Z El Inicio - Romance Gay
Ciencia FicciónBilly, un médico de una pequeña ciudad en Colombia, queda a la deriva en un mar de anarquía y violencia cuando una misteriosa enfermedad llega para quedarse. Entre el caos y separado de su novio por un mar de kilómetros. Entenderá que la única mane...