Narra Bill.
Desde que logré despertar, lo primero que hice fue recurrir al baño para tomar una larga ducha mientras era abarcado por cientos de pensamientos. A su vez, Rachel se hallaba en la primera planta de la casa buscando algo en la cocina para preparar alguna bebida que me pudiera ayudar con la inflamación en la garganta. William, por otro lado, estaba sentado en la sala de la casa pensando en todas las cosas de las que había sido consciente y que no había podido controlarse. Según mi mejor amigo, el virus era como una especie de entidad que se apoderaba de tu cuerpo, tomando el control de todo lo que hacías y que actuaba bajo la influencia de alguien más. Es decir, esta entidad no era muy diferente a la mentalidad de un niño pequeño y por eso era fácil de manipular. Esto explicaba el por qué Josh reunía a sus feligreses y hablaba de todo tipo de cosas con el fin de hacer un lavado cerebral. William explicó que esto había sido la peor experiencia de su vida, pues era consciente de todo lo que pasaba a su alrededor, podía ver como esa entidad usaba su cuerpo como una herramienta para opacar la vida de muchas personas y también como era usado como herramienta de tortura —eso explicaba sus nudillos pelados—. Él ya había perdido la cuenta, pero al menos más de veinte personas habían terminado siendo asesinadas por él. Ahora, todo eso estaba atornillado a su cerebro como un clavo oxidado que era imposible de sacar.
Terminé de ducharme y salí de la regadera luego de cerrarla para posicionarme frente al pequeño espejo que había en el estrecho espacio del baño. Había vapor de agua aún volando por el aire lentamente que se elevaba desde mi cuerpo y empañando todo lo que fuera vidrio. Estaba desnudo, cubierto por pequeñas gotas de agua que resbalaban por mi piel lentamente y con el cabello tan alborotado que parecía uno de esos coscorrones que Thommy me daba antes solo para hacerme enojar. Mi garganta seguía igual que antes; la piel que rodeaba mi cuello estaba llena de grandes moretones de todo tipo de colores y cada vez que intentaba tragar saliva era casi imposible. No había mejorado mucho, de hecho, me sentía casi igual.
Tomé la toalla blanca que se encontraba colgando de una barra metálica incrustada en la pared y la pasé por mi cuello con sumo cuidado de no lastimarme más. Y una vez seco, me vestí con algo de ropa limpia y me puse la chaqueta de cuero que le pertenecía a Thommy. Antes de ponérmela, la olfateé un poco buscando el aroma de su loción, pero para mi mala suerte solo olía a cuero viejo. Me la puse y luego salí del baño. Caminé por el corto pasillo hasta que llegué a las escaleras y emprendí un leve trote hasta llegar a la primera planta. Caminé hasta la sala y vi a William esperando pacientemente sobre un sofá mientras entre sus manos jugaba con el cartucho de un fusil de asalto. Era consciente de que él ya no representaba una amenaza, pero ¿cómo hace uno para eliminar de la mente esas palabras e imágenes que salieron de su boca cuando estábamos en el sótano y casi me asesina?
—¿Te sientes mejor? —me preguntó en cuanto se percató de que estaba pensando en él. Tomé asiento casi al otro lado de la sala, lejos de él y lo miré con brevedad. Asentí con cuidado. —Creo que ahora el problema es tu voz... ¿qué vamos a decir a Josh?
Me encogí de hombros mientras le sostenía la mirada.
Segundos más tarde, apareció Rachel desdela cocina sosteniendo una pequeña taza blanca que no dejaba de emanar vapor. Se acercó a mí teniendo mucho cuidado de no regarla. Me le tendió y se la recibí. No olía bien ni mucho menos el color ayudaba ¿qué era?, no tenía idea. Hice un gesto de disgusto.
—Tómatelo... te ayudará a desinflamar la garganta para que al menos puedas hablar y decirle algo a ese anciano... —me comentó. Se sentó a mi lado. —Te pondrás esta bufanda y le dirás que te ha dado un resfriado y que por eso no puedes hablar bien.

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Apocalipsis Z El Inicio - Romance Gay
Fiksi IlmiahBilly, un médico de una pequeña ciudad en Colombia, queda a la deriva en un mar de anarquía y violencia cuando una misteriosa enfermedad llega para quedarse. Entre el caos y separado de su novio por un mar de kilómetros. Entenderá que la única mane...