Capítulo 14: Cielos de colores.

946 137 54
                                    


Todo en aquel momento se pudo percibir en cámara lenta, pero de inmediato volvió a la normalidad. Volteé a mirar a Rachel quien se estaba levantando a toda prisa del suelo de madera y luego emprendió un pequeño trote hasta mi altura. Me observó por un instante. No se le veía feliz. Seguidamente, bajó por las escaleras a toda velocidad y saltó los últimos tres peldaños para luego agarcharse al lado de su madre. 

Bajé las escaleras también y me quedé un poco más arriba observándola.

—¿QUÉ HICISTE?—me cuestionó ella con lágrimas entre sus ojos, intentaba tocar a su madre, pero no lo hacia.

—Me estaba defendiendo... —fue lo único que respondí, era cierto, solo me había defendido de un ataque. —Me hubieras avisado que tenías a un caminante encerrado allí arriba.

—¡ESTABA BIEN CUANDO ME FUI DE CASA!—se levantó, sacó su pistola y luego me apuntó con ella en toda la cabeza. Levanté mis manos en señal de rendición.

—Oh por favor... otra vez no. —le pedí. —Yo no tengo la culpa de lo que sucedió... ¡ME QUERÍA ARRANCAR EL PELLEJO! —insistí.  —Cálmate por favor... sé que estás molesta por lo que acaba de  suceder, pero yo no tengo la culpa y tu misma lo sabes.

A medida que iba hablando con Rachel, pude ver entre sus lágrimas como una fuerza "sobrenatural" hacia que bajara el arma con lentitud apartándola por completo de mi vista. La bajó y posteriormente la guardó. Rompió a llorar cayendo de nuevo arrodillada sobre el suelo junto al cadáver de su madre. Bajé las manos y me agaché frente a ella y le dediqué unas cuantas miradas al cuerpo. 

Lo primero que pude notar fue una pequeña marca de sangre bajo su pijama blanca, la cual se encontraba por encima del hombro derecho y cada vez se iba haciendo más grande. Lo primero que se me pasó por la cabeza fue una herida que ya tenía y al rodar por las escaleras esta herida terminó abriéndose más.

Me acerqué con cuidado y sin ningún escrúpulo, tomé el cuello de la pijama y la corrí un poco hacia donde estaba la marca de sangre que ahora se asemejaba más a una rosa de color vinotinto. En cuanto terminé de  correr el vestido lo suficiente, pude ver que un pedazo de gasa que cubría lo que parecía ser una mordedura, se había caído y dejaba a la vista una herida de mordida bastante grande que no dejaba de emanar una sangre espera y obscura. 

—La mordieron... —comenté entre dientes, Rachel, ya un poco más tranquila pero con las lágrimas aún corriéndole por las mejillas, se acercó y detalló la herida. 

—Nunca me mencionó algo así... —me respondió. —Tal vez por eso me estaba forzando a salir hoy a buscar medicina. 

—Quería salvarte... o tal vez no quería que la vieras convertirse en uno de esos seres. —añadí, levanté la mirada y observé a Rachel, la cual también me volteó a mirar mientras se limpiaba las lágrimas que tenía en su sucio rostro.  

— ¿Quieres que la enterremos? — opté por cambiar de tema, tal vez un poco de mi ayuda en ese sentido podría hacerla sentir mejor, pero lo único que obtuve como respuesta por parte de ella fue una fuerte negación con la cabeza sin pronunciar una sola palabra. Se levantó, tomó un enorme mantel rojo que cubría uno de los comedores que estaban cerca y tapó el cuerpo de su madre para al final, sin dedicarme una sola mirada, salir por la puerta trasera de la casa y comenzar a cavar una tumba con una vieja y oxidada pala que había encontrado allá mismo. 

Por mi parte, decidí respetar su decisión y me dediqué a observar con más detalle la casa en la que ahora había ido a parar. Era un enorme lugar, con una sala bastante amplia con un pasillo largo y ancho por todo el medio que abarcaba las escaleras que daban al segundo piso, la sala, un estudio, la cocina y finalmente una puerta de madera que conducía al patio por donde se podía ver a Rachel lanzando tierra a diestra y siniestra. 

La casa tenía algo que me estaba llamado la atención y eran unos cuadros bastante raros que andaban colgados en las paredes del pasillo. Me acerqué un poco y entonces bajo la poca luz que entraba por el lugar gracias a una trampilla en el techo, pude ver algo sumamente extraño. Todos los cuadros pequeños representaban distintos métodos de tortura que fueron empleados en la Inquisición, pero uno de los cuadros más grandes mostraba a un hombre con una túnica negra que levantaba frente a muchas personas la cabeza de un caminante... detrás de él, se podía ver una larga fila de cadáveres y una ciudad que ardía en llamas. Sentí muchos escalofríos en ese momento al ver tal aberración, pero sentí todavía mucho más terror cuando me di cuenta de que el cuadro no había sido pintado antes del apocalipsis, sino después dada a su textura y el olor a acrílico que emitía. 


Narra Thommy.


No sabía como reaccionar en ese momento, pero sabía que los militares dela CCE estaban seguros de que nosotros estábamos por estos lados.

—LO MEJOR QUE PUEDEN HACER EN ESTE MOMENTO, ES SALIR DE SU ESCONDITE Y VOLVER CON NOSOTROS. —sonó una fuerte voz por un megafono, la reconocí en ese momento, era el comandante cuyo nombre se me había olvidado por completo. —VENGAN CON NOSOTROS... TIENEN UN MINUTO O MORIRÁN AQUÍ SOLOS... SABEMOS QUE ANDAN POR AQUÍ.

—Deberíamos ir con ellos... — chillé, Ámbar me volteó a mirar un tanto desconcertada. 

—¿QUÉ? ¿¡ACASO PERDISTE LA CABEZA!? —preguntó ella un tanto histérica pero sin hacer mucho ruido. —¡Nos fusilarán en cuanto estemos de nuevo en la CCE!

— No lo harían... —respondí con inseguridad, volteé a mirar por la ventana de nuevo, pero me escondí rápidamente cuando una luz intensa pasó por un lado de la casa... seguían buscándonos. 

—Escúchame Thommy... —Ámbar se acercó a mí y me acorraló contra  la pared. —Si quieres ir con ellos... ve... pero no voy a dejar que me arrastres contigo y me cambies por una uva... yo me largo de aquí. —se alejó de nuevo para tomar sus cosas y prepararse para la huida. — ¿Vienes o vasa ir con papi comandante?

Me la quedé observando por un momento, Ámbar había tomado un cambio de actitud bastante fuerte que apenas si logré reconocerla.

—Bien... voy contigo. —me limité a decir más.

—EL TIEMPO SE LES HA ACABADO, CHICOS... DISFRUTEN LOS FUEGOS ARTIFICIALES.  

— ¿Fuegos artificiales? — pregunté confundido. 

— Mejor corre... ¡ahora!

Agarré lo mejor que pude y salí corriendo de allí mismo junto a Ámbar por la puerta trasera. Llegamos al patio trasero de la casa y luego varias luces de distintos tonos y colores iluminaron todo el frente de la casa que habíamos tomado como refugio. Acto seguido, varias fuegos pirotécnicos fueron lanzados hasta lo más alto del cielo, ocasionando una gran luz roja, azul y verde seguida una gran explosión. 

— Vamos... muévete... —chilló Ámbar. 

Ambos sabíamos lo que estaba sucediendo, los militares estaban lanzando los fuegos pirotécnicos para así llamar la atención de los caminantes que habían cerca  para que nosotros pudiéramos quedar atrapados... en el peor de los casos ser la cena de esas cosas. 

Atravesamos una valla, un patio más y logramos llegar a una calle que había cerca. Las luces de los fuegos pirotécnicos nos hizo ver que ya varios caminantes se estaban acercando al lugar del escándalo, dando enormes zancadas y poniendo un rostro de "emoción" cuando nos vieron caminar por allí mismo. Nos estaban comenzando a rodear y eso no era bueno. 

***************

Hola chicos, perdón por la demora en actualizar y también por los capítulo cortos, pero ando ocupado y sin tiempo :C, trato de hacer lo que puedo U_U

Igual aquí les traigo más comidita, espero les haya gustado el capítulo :D

PD: Para aquellos que son atentos y tienen buena compresión lectora, podrán responder la siguiente pregunta.

¿Quién vivió antes en la casa en la que ahora Rachel y Bill se refugian? 



Apocalipsis Z El Inicio - Romance GayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora