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Narra Luna.
—¡Más fuerte! —exclamó el instructor con una fuerte voz que me puso la piel de gallina al tiempo que permanecía a mis espaldas cruzado de brazos. Hice caso y le propiné una fuerte patada al objetivo que tenía enfrente. Se trataba de un hombre de goma que se sacudió un poco hacia la derecha cuando recibió la fuerte patada en un costado. —¡Patético!
Me detuve jadeando y me giré hacia él quién me observaba con curiosidad. Era un hombre bastante alto, vestido con un Uniforme Militar que lo caracterizaba como un hombre de alto rango.
—¿De verdad cree usted que podrá sobrevivir allá afuera si ni siquiera puede defenderse? —me preguntó. Le sostuve la mirada y luego me retiré el sudor que tenía por encima de la frente.
—¿Quién dice que para sobrevivir necesito ser una experta en artes marciales? —le cuestioné. Dio un par de pasos al frente y me sostuvo la mirada. Tenía los ojos azules, la piel blanca y el cabello oscuro.
—Lo digo yo. —me respondió con firmeza. —¡Una vuelta por toda la cancha! ¡AHORA!
En mi interior solo quería verlo muerto. De verdad que era un hombre bastante chocante y de no ser porque se trataba de mi superior, le podría sacar los ojos.
Comencé a trotar por todo el perímetro de la cancha a buen ritmo mientras observaba todo mi alrededor. Había en su mayoría, demasiados hombres practicando todo tipo de técnicas de defensa persona. Todos vestidos y uniformados y con una camiseta blanca que se hallaba pegada a su cuerpo debido al excesivo sudor que emanaban.
Cuando el apocalipsis había empezado, decidí alistarme en el Ejército de la Neonu debido a que no tenía nada más que hacer ni mucho menos nada que perder. Toda mi familia había sucumbido por la enfermedad mientras yo me hallaba en Inglaterra culminando mis estudios universitarios, pero mi familia que se encontraba en España no logró escapar de los muertos vivientes. Lo único que tenía en este lugar era a Mary, una chica que por así decirlo la podía considerar como una amiga con la que a menudo tenía contacto. Pero ella ahora tenía sus asuntos, pues desde hacia poco se había ganado el puesto como Secretaría del presidente de la Neonu y poco la veía. De vez en cuando intercambiábamos miradas y nada más.
Terminé de dar la vuelta y volví con mi instructor quien me había estado analizando mientras daba la vuelta por toda la cancha. Se cruzó de brazos y me sonrió.
—¿Qué es tan gracioso? —le pregunté algo molesta.
—Es gracioso saber que una vez que usted esté en esa misión, morirá... como todos los demás. —me respondió. Era un tipo cruel y frío.
—¿Está seguro? —le pregunté nuevamente poniéndome ambas manos en la cintura. Luego, caminé hasta su altura y me quedé observándolo. —Ya se dará cuenta de que no será así.
Se relamió un poco los labios mirándome de arriba abajo. Me sentí asqueada y le propiné una fuerte bofetada haciendo que su rostro volteara a mirar a otro lado y el sonido llegara a cada rincón de la cancha debido a que era un lugar cerrado. Algunos hombres nos voltearon a mirar y el instructor me volvió a mirar un poco ofendido.
—Que no lo vuelva a ver haciendo eso... porque la próxima puedo hacer que pierda un testículo. —le amenacé. Soltó una pequeña sonrisa al tiempo que se masajeaba la mejilla.
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Apocalipsis Z El Inicio - Romance Gay
خيال علميBilly, un médico de una pequeña ciudad en Colombia, queda a la deriva en un mar de anarquía y violencia cuando una misteriosa enfermedad llega para quedarse. Entre el caos y separado de su novio por un mar de kilómetros. Entenderá que la única mane...