Capítulo 17: Una cara conocida.

1K 119 47
                                    

Narra Bill.

Volví a la planta baja de la casa y decidí salir al patio trasero de la casa donde se hallaba Rachel en aquel momento sentada en una silla observando sin parpadear la tumba de su madre. La misma que ella había cavado.

No me volteó a mirar, permanecía allí, tranquila y con su mirada fija. Bajé la mirada y entonces me di cuenta de que había sangre seca en el lugar, era como si alguien hubiera arrastrado un cadáver.

—¿Puedo acompañarte?—le pregunté, me volteó a mirar y solo asintió con brevedad. Me acerqué a ella, tomé una silla que había cerca de su posición y me senté a su lado. —Sé que no llevamos mucho tiempo de conocernos, pero de verdad que me gustaría hacerte sentir bien de alguna manera... —hice una pausa y volteé a mirar la tumba. —No me gusta ver a la gente llorar o sentirse mal... siento que es contagioso y entonces suelo sentirme mal también.

—No te preocupes por eso... —por fin, en mucho rato me volteó a mirar. — No tienes la culpa de nada... ya se me pasará... — hizo una pausa y su mirada se fijó directamente en la tumba al igual que la mía. —De alguna manera me siento bien porque ahora está en un mejor lugar... y también me hace sentir bien saber que no se quedó convertida en una de esas cosas.

—Así es que se habla... — sonreí y ella hizo lo mismo, pero luego su mirada se ensombreció. — ¿Qué tienes?

— Solo estoy recordando que tengo algo que resolver con un tipo... su nombre es James. —me respondió, conservé mi silencio. —Hace unas semanas me encontré con este hombre mientras buscaba algo de comida... por un momento creí que me iba ayudar, pero no fue así... me atrapó junto con sus hombres, me torturó y me violó.

En cuanto dijo esto último, pude sentir en su tono de voz que decir esto la había hecho sentir mejor, como si se hubiera quitado un gran peso de su espalda.

—Siento mucho oír eso... —le respondí. - ¿Cómo se llamaba?

—No se llamaba... se llama... — se levantó de su asiento y dio un par de pasos al frente. — Esa maldita lacra aún está viva... pero fue gracias a uno de sus hombres que aún sigo viva, porque me dejó huir luego de que se pusieron a dormir.

—¿Lo andas buscando? — le pregunté, me levanté y entonce se volteó hacia mí.

— Sí... lo estoy buscando... lo hago cada vez que hago mis excursiones... prometo que si lo encuentro, lo primero que haré será rebanarle el pene... pero debo encargarme de sus hombres. — me respondió... sobre su voz se podía sentir una gran ira, como una gran deseo de venganza.

—Puedo decir que todo lo que me estás diciendo me conduce a saber que quieres que haga parte de tu venganza... —añadí, se me quedó viendo por un instante.

— A menos que quieras quedarte solo vagando por la ciudad... —agregó ella, se dio media vuelta, se acercó a una mesita que había cerca de su asiento y tomó su pistola. —Igual no te obligaré a matar a nadie... esa presa es mía... solo quiero que me ayudes.

—¿Con qué? 

— Por si resulto herida en el acto... de igual manera estoy dispuesta a dar mi vida por matar a ese engendro... —me respondió, tomó también una botella de agua que había donde estaba el arma y comenzó a a beber de ella.

— Está bien... haré lo que pueda.  —fue lo único que dije asintiendo levemente con la cabeza.

— Eso me gusta... ya verás que todo saldrá bien. — se dio media vuelta y se adentró en la casa. — Vamos... sígueme... ayúdame a recoger toda la comida que tengo aquí y nos vamos de este lugar.

Apocalipsis Z El Inicio - Romance GayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora