Capítulo 38: Reglas de supervivencia II

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Narra Thommy.

Me hallaba allí petrificado junto a Ámbar, Tonny y Nico. Ninguno de nosotros movía un solo pelo y nuestros ojos bailaban de un lado a otro buscando una posible a todo esto. Pero no había nada. No sabía como reaccionar ante la presencia del General Hamilton que no dejaba de analizarnos de pies a cabeza con una pequeña curva en la comisura de sus labios. Se le veía feliz.

—Hijo de... —Nico intentó abalanzarse sobre él, pero cuando trató de llegar hasta la altura de Hamilton, un hombre lo recibió con un fuerte golpe en el abdomen producido por la culata de su pesado fusil. Pegamos un pequeño brinco del susto al ver a nuestro compañero arrodillado sobre el suelo con ambas manos en su abdomen. Se había quedado sin aire y para rematar, el mismo hombre lo volvió a golpear con la culata, pero esta vez en un costado de su cabeza terminando de lanzarlo sobre el suelo.

—Quédate en el suelo como la sabandija que eres... terrorista inmundo. —agregó Hamilton dando un par de pasos al frente y acto seguido le escupió encima mientras no dejaba de observarlo. Nico intentó levantarse, pero el General se acercó más y puso su pie derecho sobre la espalda de él para que se quedara bocabajo. Levantó su mirada hacia nosotros y se quedó observándome más que todo a mí. Me estaba analizando, detallando como el exterior me había cambiado de forma radical. Aunque hubiera pasado poco tiempo, sabía en mi interior que yo ya no era el mismo que él había conocido en la Central de la CCE.

—Oh Thommy... —comenzó a decir mientras negaba levemente con la cabeza. —Nunca creí que un joven con tanto talento pudiera darles la espalda a todos nosotros solo para ir detrás de un muchacho que seguramente ya se encuentra muerto... cubierto de gusanos y pudriéndose bajo el sol como otros siete mil millones de personas más.

La sangre me comenzó a hervir en ese momento ¿cómo era posible que supiera de la existencia de Billy?, no tenía ni la menor idea, pero me estaba comenzando a molestar demasiado su forma de hablar.

—¿Cómo sabe de él? —quise saber. Levantó una ceja y dio un par de pasos hacia la derecha como si de un maestro se tratara. Se giró de nuevo hacia mí con esa leve curvatura en la comisura de sus labios y de ese mostacho oscuro que llevaba por encima del labio superior. Un mostacho bien peinado.

—Cuando el mundo comenzó a colapsar, la Neonu descargó toda la información que había en Internet hasta el momento. Esto contribuyó muy bien a la identificación de ustedes y de las personas que tenían cerca... —sonrió de nuevo y le dedicó una leve mirada a Ámbar que permanecía silenciosa ante su presencia. —Así como también identificar que la susodicha señorita no es más que una asesina entrenada por la CIA para ir detrás de criminales catalogados como peligrosos.

La volteé a mirar a ella quien andaba con la mirada gacha. Poco sabía de su vida y de su pasado, pero lo poco que me había dicho era suficiente para creerle. Igual, no podía dudar de la única persona que me tendió la mano cuando llegué a Atlanta.

—¿Acaso no sabías que estabas viviendo bajo el mismo techo de una mujer altamente peligrosa? —me preguntó Hamilton. Volví a mirarlo y poco me importó todo lo que había dicho sobre ella. —Aunque es bastante paradójico que una mujer de ese calibre termine en el bando equivocado.

Sin embargo, ahora todo lo que había mencionado Hamilton cabía perfectamente en mi cabeza. Eso explicaba muchas cosas del porqué Ambar sabía tanto de armas y defensa personal. Pero no me importó, la conocía a ella lo suficiente como para saber que no era una amenaza para mí ni para nadie. Eso era parte de su pasado.

Apocalipsis Z El Inicio - Romance GayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora