Capítulo 37: Reencuentro II

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Luego de lo que había sucedido, no tenía ni la menor idea de lo que iba a pasar conmigo. Josh se había enfocado mucho en mi luego de orden a sus hombres la captura de León. Estaba asustado, pero a su vez preparado para lo que fuera a suceder.

Me subieron en una camioneta blindada del ejército Colombiano y acto seguido me llevaron hasta un pequeño, pero ancho edificio que ocupaba toda una manzana. Era de color blanco con pocas ventanas, rodeado de hombres armados que de inmediato dieron el libre acceso al vehículo cuando llegó y con un aspecto nada agradable. Era muy blanco, casi que brillaba bajo la luz del sol.

Nos detuvimos cerca y luego los hombres que se hallaban sentados a mi lado, se bajaron de un breve salto y me indicaron que hiciera lo mismo. No tenía ningún arma, ni mucho menos mi mochila... todo me había sido arrebatado de las manos y la verdad es que me sentía demasiado indefenso.

—¿Qué van hacer conmigo? —quise preguntar para salirme de dudas. Tenía miedo y al mismo tiempo me hacía notar como un tipo rudo. Uno de esos hombres me volteó a mirar y sonrió con una pequeña mueca. Su cabello era corto, oscuro y brillaba con la luz del sol.

—Examenes de sangre y esas cosas para saber si estás infectado. —me dijo. Se acercó a mí y me tomó del antebrazo, pero entonces frené e hice que me soltara para yo poder caminar solo.

—No sé si ya lo notaste, pero estoy infectado. —le dije cuando me solté. Se me quedó viendo un momento un tanto disgustado.

—No te hagas el rudo... mocoso. —dijo entre dientes. Era un hombre de unos cincuenta y tantos años, y seguro me había dicho "mocoso" porque a duras penas tenía 25. —Vamos... de igual tenemos que hacer una historia clínica.

Le seguí el paso con cuidado sin dejar de mirar en todas direcciones. Era obvio que mi cerebro en un aparente estado de euforia estaba tratando de buscar una salida a todo esto. No sabía qué era lo que me esperaba por haber estado del lado de León ni mucho menos tenía ganas de saber. Solo quería salir corriendo.

Ingresamos al pequeño edificio de dos plantas y en su interior vi que todo tenía la apariencia de un hospital bastante nuevo. El olor a químicos en su interior volaba por todas direcciones y el frío que se sentia me ponía la piel de gallina.

Ingresamos por otra puerta y entonces llegamos a lo que parecía ser un laboratorio. Estaba vacío, salvo que al otro lado de una gran ventana de vidrio se hallaban tres personas haciendo todo tipo de cosas. Pero se me hizo extraño ver qué una de esas personas se me había quedado mirando en cuanto levantó la cabeza. Dada la distancia, ni siquiera podía reconocer de quién se trataba, además su gran máscara no dejaba mucho a la vista.

Ahí fue donde aquella misteriosa persona soltó sin ninguna preocupación la tabla que sostenía entre sus manos. Los otros la voltearon a mirar algo confundida, pero esta persona ni se inmutó. Abrió la puerta y pasó por descontaminación. A continuación, se quitó la máscara como pudo mientras se acercaba a mí y cuando lo hizo pude darme cuenta de quién se trataba.

—Rachel... —estaba sin palabras. Ella me sonreía y parecía sentirse alegre de poderme haber encontrado. No lo dudó un instante y entonces me abrazó con fuerza.

—Crei que estabas muerto. —me dijo. Correspondi a su abrazo y así permanecimos un instante.

—Adoro los reencuentros. —la voz de Josh sonó a nuestras espaldas como una gran bomba que hizo más efecto en Rachel que en mí. Se puso pálida, nerviosa, pero se controló.

Nos separamos y entonces me giré hacia él.

—Señor... —dijo Rachel. La observé algo confundido, pero Josh estaba ahí, sonriendo con tranquilidad.

Apocalipsis Z El Inicio - Romance GayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora