Capítulo 64: En paralelo.

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Dicen que la mala hierba nunca muere y para mí criterio, es cierto. Luego de lo que había sucedido en la granja, nos dimos la molestia de indagar por el lugar en busca de Álex. Aún se conservaba muy en el fondo una pequeña esperanza de que pudiera estar vivo o al menos así lo creíamos muchos de nosotros.

Registramos la enorme casa y luego de una intensa búsqueda hallamos una puerta secreta en el sótano que nos abría el camino hacia un largo túnel que, después de explorarlo nos condujo hasta el sótano de la casa más cercana. Mi mejor amigo no lo pensó ni un momento y en compañía de Allie y Rachel confirmaron que se trataba de una casa por la que pasaron hacia muchas horas con Andrés. Pero eso no era lo interesante ni lo que nos había llamado la atención de esa casa... toda la atención caía sobre el sótano al que habíamos llegado donde nos topamos con la peor imagen que nunca habíamos visto. Sobre una mesa reposaba Álex desnudo por completo, sus extremidades habían sido mutiladas y su vientre se encontraba abierto de par en par sin ningún tipo de contenido. Al lado, en una mesa fea de madera se encontraba varios recipientes y en ellos reposaban sus intestinos, hígado, corazón, pulmones y todos los demás órganos. Y al fondo en una mesa ya bastante vieja acompañada de machetes y cuchillos se encontraban sus brazos y piernas sin carne... solo estaban los huesos ahí apilonados como si nada.

Traté de no observar tan horrible escena, pero me era imposible no hacerlo. Allie estaba llorando y William era el único que trataba de calmarla pasándole su brazo por detrás de su cuello para abrazarla. Ella solo se aferró a él y se desahogó por completo.

—Alli... — agregó Gary señalando una puerta que parecía llevarnos a una de esas habitaciones donde metían la carne.

Nos acercamos, la abrimos y un olor a carne podrida se desató por todas partes provocando a más de uno ganas de vomitar. Rachel iluminó el interior de este lugar con su linterna y entonces vimos varios cuerpos colgados de ganchos que les atravesaban por detrás de la cabeza y les salían por la boca. Todos sin piernas, sin brazos y con su caja torácica abierta de par en par. El suelo estaba lleno de sangre y las incontables moscas volaban en todas direcciones dándose un festín con la carne putrefacta.

—Aqui no hay nada más que ver... — puntuó Gary dedicando una mirada a cada uno de nosotros. -Volvamos a la prisión...

Antes de que cayera la noche ya estábamos abandonando la granja y dejando a todos los heridos desarmados para que en un futuro no representasen un problema para nosotros. Algunos de ellos debido a los disparos que los hombres de Gary les había regalado, murieron a las pocas horas por alguna hemorragia interna o un desangrado que luego los convirtió en uno de esos seres.

Lo que más me dió miedo fue ver en sus rostros el odio que ya estaban cargando hacia nosotros, unos de ellos con el ceño fruncido y otros con una profunda mirada con la que nos decían miles de cosas. Una mirada decía más que mil palabras... Un poco cambiada la frase pero era lo que hoy en día se decía más.

No recuerdo a qué horas llegamos a la prisión, pero cuando lo hicimos me percaté de que todos los caminantes que antes habían estado rodeando la prisión, ya no estaban. Solo se encontraban en la ancha carretera algunos vehículos abandonados y estratégicamente puestos por los hombres de Gary para usarlos como un punto de protección si en algún momento se llegaba a presentar algún enfrentamiento contra personas que no querían charlar y tomar café.

El viento arremolinaba la basura que había por el suelo y algunos animales salvajes se vieron cruzar a lo lejos cuando se percataron de nuestra presencia. Y luego las enormes puertas se abrieron frente a nosotros y esta entrada nos llevó directo al patio del pabellón A. Lo que sucedía era que la gente de este lugar había creado un sistema de defensa en dónde se movilizaban los caminantes por diferentes puntos de la ciudad, esto con el fin de mantener alejados a personas con intenciones no benévolas con la gente. Era simple, una horda alejaba a la gente, pero también suponía un gran riesgo para todos.

Apocalipsis Z El Inicio - Romance GayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora