Capítulo II (Primera parte) (Editado)

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Alexandra

Nuestra primera clase de Literatura del año escolar lucía exactamente igual a la del curso pasado. Los Raiders y sus súbditos estaban acomodados en las últimas dos filas, imposibles de no notar en todo su esplendor. Las animadoras eran altas, delineadas y guapas, y los chicos eran dignos de suspiro, con un aire de sensualidad que un chico bueno y rico del norte solo podía admirar de lejos.

Con Katt nos sentamos en la primera fila a un lado de la ventana, con Hayley y Gina, amigas del equipo de porristas, para poder escuchar la clase con mayor facilidad.

La señorita Tanner, nuestra maestra de Literatura por los último tres años y ahora el cuarto, nos dio 20 minutos para poder ponernos al día con nuestros compañeros y amigos, mientras ella anotaba algunas cosas en algunos papeles.

Durante el tiempo que tuvimos para ponernos al día, hablamos con las chicas sobre los lugares a los que habíamos ido en nuestras vacaciones de verano. En medio de la conversación, mientras les hablaba del mes que estuve en Europa con mis padres y mi hermana, Jake, Leo, Tom y Matt, todos jugadores de lacrosse y también amigos de la infancia por designio de nuestros padres, se unieron a la conversación y agregaron sus experiencias personales. Todos habíamos ido a lugares fantásticos durante el verano, conscientes de que sería el último verano como estudiantes de secundaria.

Mientras Hayley hablaba sobre la casa de su tía en Los Hampton, me di la libertad de mirar de reojo hacia donde estaban los Raiders; más específicamente donde estaba Aiden.

Tenía a Beatrice Spring colgada de su brazo, mientras agitaba su cabello rojo a todos lados, como si eso le comprara un poco de atención por la que estaba tan desesperada. Suspirando, di una última mirada a Aiden y volví a la conversación. No podía culpar a Beatrice de pegarse a Aiden como si fuera una estrella de cine, porque definitivamente lucía como una, y yo había soñado muchas veces con tocarlo como ella, aunque mis sueños tendrían que quedarse solamente en eso, porque la primera y última vez que había tocado a Aiden había sido hace tres años y solo con la intención de dar unos toquecitos en su hombro para hablar de su moto.

Como si eso no fuese lo suficientemente escalofriante y acosador.

Pero no, yo odiaba a Aiden, y odiaba que se metiera conmigo, cosa que le encantaba a todos los Raiders. Al parecer, ser la capitana del equipo de porristas de lacrosse me ganaba el mismo puesto de bufón que a Jake, y la guerra siempre era interminable. Mientras nosotros nos burlábamos de ellos y ellos de nosotros, el tira y afloja entre ambos grupos era irrisoria, y no tenía idea de en qué momento me había quedado plantada en medio del fuego cruzado, pero a lo largo de los años había aprendido que era atacar o dejarte atacar; no había tregua ni paz con el sur.

—Bien, chicos, estamos listos para empezar. Este año, para su primera asignación, he pensado un poco diferente. Como todos los años, haremos la primera asignación en parejas, pero con un pequeño cambio. Sé que están acostumbrados a trabajar con sus amigos, pero creo que como es el último año, amerita que hagamos algo diferente, ¿no?

La señorita Tanner echó los papeles en los que había estado escribiendo dentro de una bolsa de plástico, mientras todos la mirábamos como si se hubiera vuelto loca. No creería que era buena idea hacer parejas al azar, ¿no?

—En esta bolsa están todos sus compañeros de la mitad del salón hacia atrás. Las primeras filas podrán sacar un papel y ver quién será su compañero.

Hubo una queja general, y algunos cuantos alaridos. La maestra Tanner no tenía idea de cómo funcionaban las cosas aquí si esta era su gran idea para un cambio. Ya podía imaginar a Jake con algún Raider enfrascado en un proyecto de un semestre, el que incluía un montón de planificación, lectura y trabajo. Ya podía imaginarme a mí con alguna de las chicas de los Raiders que odiaban mis entrañas intentando no atacar nuestra garganta cada vez que estuviéramos juntos. En esta escuela, todo estaba bien, excepto romper el orden establecido, y de tan solo pensar en lo mal que saldría esto me sentía agotada.

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora