Parte II - Capítulo XXIV

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Alexandra

Las cosas volvieron a la normalidad de a poco después de eso, pero no fue fácil al principio.

La culpa me estaba carcomiendo viva, porque sabía que lo que papá había hecho merecía un castigo, y sabía lo que había tenido que sacrificar Aiden para protegerme, y para estar conmigo.

Me dolía el corazón y el alma sabiendo toda la injusticia que estaba acarreando, y el daño que le estaba haciendo a Aiden.

Él se encargó de hacerlo más fácil. Tuvo que asegurarme cientos de veces que todo estaba bien para que me sintiera un poco mejor (o un poco menos mal).

Cuando me decía que me amaba, usualmente olvidaba todo lo demás, porque sabía que no eran palabras vacías. Aiden no solo me decía que me amaba, sino que me lo demostraba constantemente con pequeñas y grandes acciones, y yo intentaba hacer lo mismo por él, a pesar de que sabía que nada podría recompensar el secreto que me estaba guardando y lo que eso significaba.

Esas dos semanas se hacían un poco borrosas en mi memoria, sobre todo porque hoy todo era celebración.

Mañana, los Raiders jugaban la final estatal, y se respiraba la energía y el entusiasmo en el aire.

Bueno, de la mayoría de las personas al menos, porque Jake no parecía muy contento.

Katt lo estaba mirando con fastidio mientras balbuceaba sobre los Raiders. Ahora que Jake no me dirigía la mirada ni de broma, era fácil estar en los mismos grupos que él, y la mayoría se había acostumbrado a nuestros limitados y robóticos encuentros.

Por su parte, Katt se había salido del Equipo Jake y lo odiaba con una furia que definitivamente superaba a la mía, ya que en realidad, yo solo pasaba de él. No podía importarme lo suficiente como para sentir algo como odio, a diferencia de Katt, que siempre parecía estarlo fulminando con la mirada.

Solo estábamos juntos por mero trámite, porque era lo que se esperaba de nosotros, o probablemente los Raiders nos comerían vivos, a todos.

Estaba divagando entre esos pensamientos para no tener que escuchar a Jake cuando alguien gritó algo del otro lado del pasillo. Era Gabe, que le tenía un odio poco sano a Jake, probablemente más que Katt o siquiera Aiden, que le rompería todos los huesos si tuviese la oportunidad.

No me tomó mucho darme cuenta de que se estaban lanzando insultos por algo que había dicho Jake en voz demasiada alta, que por mis divagaciones, no había escuchado en realidad.

Katt me quitó del medio en cuanto Jake comenzó a caminar hacia los Raiders. Me costó creer que estuviese en sus cinco sentidos si creía que eso era buena idea. De las pocas peleas físicas que habían tenido a lo largo de los años con los Raiders, nunca habían ganado una, y es por eso que siempre las evitaban.

Pero de las pocas veces, siempre habían logrado expulsar a alguien del sur.

—Es fácil hablar mierda cuando Reed aquí ha hecho su misión de vida proteger a los imbéciles que no saben defenderse por sí mismos.

Un músculo tiritó en la mandíbula de Aiden, y yo me atraganté con mi propia saliva. No tenía idea de si había dicho eso solo por Gabe, o también me incluía a mí.

A pesar de que sabía lo mucho que quería golpearlo, Aiden no reaccionó. En cambio, lo miró con indiferencia.

—Retrocede, Garrett —habló con calma fingida, y todo el mundo pareció quedarse en silencio.

Jake soltó una risotada. No parecía estar del todo cuerdo en este momento.

—¿Ves a lo que me refiero, Gabriel? No tienes pelotas —masculló, pero estaba mirando a Aiden.

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora