Parte II - Capítulo IX

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Alexandra

Hoy era viernes, y eso significaba que era día de partido.

Sin embargo, hoy era un día especial. Los Raiders jugaban su primer partido de post temporada con la ventaja de locales, en un estadio repleto y una energía imparable. Las animadoras acabábamos de terminar nuestro acto cuando se puso a llover, pero eso no impidió que siguiéramos animando o que el público perdiera su motivación. Ahora que Ashley y Aiden no tenían que fingir estar en una relación, eso había hecho que Beatrice dejara de ser una perra y las otras Raiders la siguieran. Con el tema saldado, parecían haber olvidado casi por completo su beso con Katt y estar más preocupadas de comentar si en realidad seguían o no estando en alguna especie de relación secreta. El hecho de que el beso con Katt haya realmente parecido un desliz más que algo serio pareció hacerlas recapacitar.

De todas formas, a esta altura daba igual.

Generalmente mi única preocupación sería bailar, cantar y agitar mis pompones de manera coordinada, pero hoy había mucho en juego: no solo los Raiders estaban jugando un partido decisivo para seguir avanzando hacia las finales, sino que un entrenador de la Universidad de Michigan estaba aquí para mirar a Aiden jugar. Definitivamente Michigan no era la única universidad interesada en Aiden, pero era la que más ilusión le hacía.

No podía esperar menos de un completo fanboy de Tom Brady.

El hecho de que un entrenador se diera la molestia de venir a verte jugar un partido en tu estadio, al parecer significaba que había un montón de posibilidades de que quisiera reclutarte si le gustaba lo que veía. Además, ya se había comunicado con Aiden hace algunos días luego de que terminara la temporada regular, solo para confesar que estaba muy interesado en verlo jugar. Aaron me había explicado que, si Aiden daba una buena impresión en este partido, era casi seguro que Michigan lo querría en sus filas.

Por supuesto, quería comerme las uñas de los nervios. Sabíamos que llovería hoy, y si bien Aiden sabía manejarse con la lluvia, me había explicado que a veces la visibilidad hacía difícil alcanzar al receptor, y otras veces el agua hacía que los receptores soltaran más pases de lo normal. Eso siempre repercutía en el quarterback, y este partido no tenía que ser nada menos que perfecto para que la gente de Michigan se interesara lo suficiente.

—¡Ugh! ¡Me estoy congelado el culo! —se quejó Katt mientras tomábamos un descanso. A pesar de que teníamos nuestros uniformes de invierno, la falda seguía siendo extremadamente corta.

—Pensé que querías animar para los Raiders —le di una sonrisa burlona.

—Eso fue antes de caer en cuenta de que toda su temporada era en medio del puto invierno —hizo una mueca—. Ahora no estoy tan segura. Mi pelo debe verse fatal.

—Pensé también que habías aprendido la lección de no planchar tu cabello en un día de lluvia.

—Claramente no he aprendido nada. Está bien, vamos nosotras. La ofensa está en el campo.

Nuestro número no duró más que algunos segundos mientras deletreábamos el nombre del equipo. El árbitro pegó un silbatazo y la ofensa se acomodó en el campo. Apenas podía escuchar lo que Aiden decía entre la lluvia y los gritos.

Primera y diez. Pase incompleto.

No tenía suficiente conocimiento de fútbol como para saber si eso había sido culpa de Aiden o del receptor, quizá incluso de ambos. De todas formas, no era un buen comienzo. Parecía que entre más segundos pasaban, más fuerte se hacía la lluvia, al punto en que decidieron sacar a las animadoras de la cancha para que pudieran resguardarse.

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora