Capítulo V (Editado)

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Alexandra

Al día siguiente, mamá aún estaba en casa cuando desperté para desayunar. Me tenía preparadas tostadas con huevos y leche de almendras.

—Buen día, cariño. ¿Cómo has dormido?

Mamá jamás se preocupaba de si había dormido bien y menos me servía leche de almendras sin reclamar por la cantidad de grasa que tenía, así que fruncí el ceño mientras le respondía.

—Uhm... bien, supongo.

—Genial, Alex. Te preparé desayuno, hoy tengo el día libre en el municipio.

—Está bien.

Mamá era una arpía la mayor parte del tiempo. Siempre me presionaba en los entrenamientos y si me veía comer pan con mantequilla me daba un sermón de cuántos carbohidratos tenía eso —lo que era ridículo considerando que la mantequilla no tenía carbohidratos. Siempre esperaba lo mejor de mí y daba igual si dormía bien o no.

—Supe que All Stars se suspendió ayer por la lluvia.

—Sí, uh... mucha gente avisó no podría llegar.

—Entiendo —pareció pensativa un momento, pero luego sonrió brillantemente—. Bueno, come. No se te vaya a hacer tarde.

No tenía idea de qué bicho le había picado a mamá, pero tampoco iba a quejarme, así que tomé desayuno y regresé por una ducha. Tammy decía que era la única persona que conocía que desayunaba antes de bañarse, pero sinceramente me gustaba ese orden.

Cuando llegué a mi casillero, aproximadamente cinco minutos antes de las ocho, el graffiti de ayer ya había desaparecido en su totalidad y solo quedaban algunas manchas de color rosa pálido ya mayormente desvanecido.

Como la tonta que soy, hice tiempo buscando libros que no necesitaba para ver si Aiden se aparecía en su casillero, lo que hizo luego de unos dos minutos. Estaba solo, así que decidí que podía hablarle sin arriesgar otro conflicto con Ashley.

—Hey, no te di las gracias por el aventón de ayer —murmuré.

Aiden frunció el ceño sin mirarme.

—¿Qué te hace pensar que quiero hablar contigo, Alex?

—Absolutamente nada, Reed, pero al parecer me gusta tocarte los cojones —sonreí, divertida. El hecho de que Aiden me odiaba solo parecía aumentar mis ganas de hablarle, ahora que tenía un tema de conversación que tocar sin parecer una loca obsesionada. Además, creo que la mejor forma de acercarme a él no era peleando o intentando ser amable, sino que molestándolo.

Ignorándome, siguió pendiente de su casillero.

Iba a decirle algo para continuar la conversación sin sentido, pero vi a Ashley acercándose a lo lejos y decidí que no era buena idea. No quería verle la cara y menos como manoseaba a Aiden, así que sin decir nada cerré mi casillero rápidamente y me di media vuelta para ir a clases.

—Ayer fue horrible —dijo Katt, sin siquiera saludarme mientras se desparramaba en el asiento a mi lado.

—¿Qué te sucedió ahora?

—Mi compañera sucedió. ¿Sabes? Esto no está funcionando y estoy empezando a cansarme de esto.

Katt no dijo nada más, y cuando Katt no soltaba información había una razón para ello, así que no le quise preguntar nada más hasta que empezó la clase. En cierta forma ambas estábamos hartas, pero no tenía ganas de saber qué íbamos a tramar para arreglarlo.

—¿Alguien ha sabido algo de los casilleros rayados?

—No, nada aún, pero estamos claras de que han tenido que ser Ashley y sus esbirros. Luego del altercado en tu casillero, no me cabe ninguna duda.

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora