Parte II - Capítulo VI

649 39 5
                                    

Alexandra

Cuando el viernes llegó, finalmente fui capaz de enviarle un texto a Aiden para contarle mis intenciones con Matt a la hora del almuerzo.

Supe que no se lo tomaría bien cuando en el momento que leyó mi mensaje, me llamó.

—Hola...

—¿Estás loca?

—Gracias por preguntar, cariño. Estoy bien, ¿qué hay de ti? —fingí un voz tierna.

—No te hagas la listilla, Alex —gruñó—. No sabemos quién está detrás de los mensajes y los videos y tú crees que está bien salir con ese imbécil.

—Es exactamente la razón por la que voy a salir con él. ¿Que no leíste mi mensaje completo?

—Leí tu mensaje bien, pero le faltó algo muy importante.

—¿Qué cosa?

—¡Jodido sentido común! ¿Estás consciente de que alguien ahí afuera puede lastimarte?

—Dios, por qué tienes que ponerte tan sobreprotector por nada.

—Me pondré sobreprotector con lo que se me cante la gana, y si tengo que amarrarte a una silla para evitar que hagas estupideces, lo haré con gusto.

La imagen de Aiden amarrándome a una silla me distrajo por breves segundos antes de que pudiera volver a la conversación.

—Estás siendo irracional. Matt es inofensivo. Además, quien manda los textos definitivamente no quiere lastimare. No físicamente, al menos.

—Y una mierda, Alex.

—Está bien, sé que estás enojado...

—¿Enojado? No estoy enojado, estoy jodidamente furioso.

—Aiden...

—No, nada de "Aiden". Esto es ridículo y ya te dije que me encargaría de esto sin que tengas que hacer tonterías.

—Estoy intentando... adelantar trabajo.

—Alex, te juro por todo lo que es sagrado en el mundo...

—Solo cálmate. ¿Sí? Estaré segura, iré en mi propia camioneta y será un evento público.

—Alex —gruñó audiblemente.

—Por favor, deja de gruñir y confía en que sé cómo cuidarme sola.

—No estoy muy seguro al respecto.

—Por favor.

—Ugh, está bien, Alex, pero quiero que te reportes cada quince minutos y si tan solo pasan dieciséis, juro que dejaré lo que sea que esté haciendo e iré por ti, incluso si eso significa dejar a los Raiders sin quarterback en el medio tiempo, y te traeré de vuelta en mi hombro.

—Tranquilo, hombre de las cavernas. Lo haré —rodé los ojos.

—Puedo verte rodando los ojos. Hablo en serio.

—No pensaría que no por un momento.

—Dios, eres desesperante.

—¿Y qué vas a hacer al respecto? —solté en voz juguetona.

—No me tientes.

—¿Eso estoy haciendo, Aiden? ¿Tentándote? —me mordí el labio inferior, divertida y excitada al mismo tiempo—. ¿Es que no tienes nada de autocontrol? Solo fue una simple e inocente pregunta.

—Alexandra, cuando te agarre voy a cogerte tan duro que estarás días sin poder caminar bien, y entonces te enterarás de cuánto autocontrol realmente me falta.

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora