Capítulo XIII

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Alexandra

—Tenemos que sacar la primera foto —dije finalmente, cuando pude encontrar mi voz para dejar de hacer el tonto. Aiden estaba muy cerca, y ya estaba demasiado intoxicada.

—Tienes razón —dijo, sin dejar de mirarme como si pudiera conocer todos mis secretos solo con hacerlo.

—Uhm... dame un segundo.

Caminé hacia una señora de edad que estaba tomando fotos de la estatua y toqué su hombro, llamando su atención.

—Disculpe, ¿usted sería tan amable de sacarnos una foto junto a la casa?

—Oh, claro, hermosa. ¿Qué debo hacer?

—Solo debe enfocar y presionar este botón —le mostré en mi celular y la señora asintió. Caminé junto a Aiden y le pedí que se pusiera a mi lado—. Me siento estúpida haciendo esto.

—También yo, pero no hay nada que podamos hacer al respecto —murmuró con una sonrisa y pasó su brazo por mi cintura.

—Sabes que no es necesaria la cercanía en la foto, ¿no? —susurré por lo bajo.

—Lo sé.

—¡Todo listo! —dijo la señora y me entregó mi celular—. Hacen una hermosa pareja, niños. Puedo ver la química entre ustedes.

Ninguno de los dos quiso explicarle a la amable señora lo equivocada que estaba, así que solo le dediqué una sonrisa y un agradecimiento por la foto.

—Ha salido bien. Dios, parezco un minion a tu lado —exclamé.

Aiden estaba mirando mi celular por sobre mi hombro.

—No voy a contradecir eso.

—¿Cuánto mides? —me atreví a preguntar

—Está en las estadísticas oficiales del equipo —me comunicó con tono burlón.

—Perdóname si no hago mi misión de vida seguirte cada paso como una de tus groupies.

—1.89, oficialmente. En mi defensa, me midieron en la tarde —se encogió de hombros.

—Bueno, será mejor que entremos —dije, cambiando de temas—. Tenemos un montón de fotos que tomar

Entramos a la casa de Hemingway a medida que leíamos las tareas que teníamos que realizar ahí. Finalmente, decidimos dividirnos y hacer las cosas individualmente, lo que era una pena, pero al mismo tiempo era lo mejor que podía pasarme considerando las circunstancias y mis hormonas adolescentes inestables.

Antes de separarnos, recordé lo que pasó en el santuario de mariposas y me dije que quizá sería bueno saber qué me deparaba el futuro luego de vender mi alma.

—Entonces, Aiden, respecto a lo de la mañana...

—¿Qué hay respecto a la mañana, Alex? —me preguntó, sabiendo perfectamente a qué me refería.

—¿Por qué te haces el tonto, Reed? Ya solo escúpelo, ¿qué es lo que quieres?

—Déjalo, princesa. Lo hablaremos cuando llegue el momento.

Eso no me dejaba tranquila en lo absoluto, pero no pregunté más mientras veía a Aiden alejarse de mí. Suspirando, intenté concentrarme en lo que tenía que hacer y no en el hombre ocupando mis pensamientos más oscuros. Tenía que terminar pronto aquí para poder planificar lo que sería la búsqueda del tesoro de hoy, una actividad planeada por varios profesores y que llevaría varias notas. No podía darme el lujo de distraerme con pensamientos de Aiden.

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora