Luego de 10 minutos de viaje, dos cuadras antes de la casa de Alex apagué el motor de mi moto y fui andando con la energía restante hasta su casa, evitando hacer ruido. Estacioné la moto detrás del auto de sus vecinos y me apoyé en ella mientras le texteaba a Alex que estaba afuera.
Pasaron aproximadamente dos minutos cuando la pequeña figura de Alex se materializó en la puerta, y por su puesto la chica estaba usando un pijama tan inexistente que perfectamente podría no estar usando nada y no habría diferencia.
Las largas piernas, que ocupaban la mayor parte de su tamaño, llamaron mi atención de inmediato, y luego los pezones transparentándose bajo su polera terminaron haciendo que mi atención se posara en ellos sin ningún tipo de disimulo.
—No puedo creer que hubieras venido, pensé que solo estábamos... tonteando —dijo cuando estuvo a mi lado.
Descalza, Alex se veía demasiado pequeña. Tampoco ayudaba que yo tuviera puesta mis botas. Casi parecía que le sacaba más de treinta y cinco centímetros.
—¿Y desaprovechar la oportunidad? Claramente no me conoces bien.
—Claramente estás loco —negó con la cabeza—. Si mis padres te ven aquí...
—Será mejor que no me vean entonces.
Alex miró para todos lados.
—Tampoco los vecinos deben verte. Ven, vamos a mi habitación, y no hagas ruido.
Alex me cogió de la mano mientras me guiaba dentro de su casa, que por cierto era del tamaño de una mansión pequeña. Tampoco pude ver mucho porque estaba completamente oscuro.
Subimos unas escaleras que parecían interminables hasta que llegamos al segundo piso. La habitación de Alex estaba al final del pasillo, y cuando llegamos, la pobre pareció recibir su alma de vuelta a su cuerpo.
—Mi hermana está al otro lado del pasillo, así que no hagas ruido... y deja de mirarme el pecho, por el amor de Dios.
—¿Qué puedo decir? Están ahí.
—¿Qué es lo que pretendes, de todas formas?
—Ver qué tanto puedes aguantar sin gemir lo suficientemente fuerte como para despertar a alguien —murmuré mientras la acorralaba contra el escritorio junto a la ventana. Alex soltó un respingo cuando chocó contra él y levantó su mirada. Podía ver la necesidad en sus ojos azules, brillando en la penumbra de la noche, llamándome, pidiéndome que le enseñara todas las cosas que la llevarían al borde del abismo.
—Aiden...
Sabía que Alex intentaba sonar como si me estuviera diciendo que esto era una mala idea, pero sus intenciones morían en la evidente reacción de su cuerpo: en sus labios entreabiertos, su respiración entrecortada y sus pezones levantados.
—Alex —murmuré de vuelta, divertido.
Cualquier queja que hubiera preparado murió en sus labios cuando me incliné para besarla. Alex se puso en punta de pies y me encontró a mitad de camino. Pasé mis brazos por su cintura para afirmarla en su lugar, intentando sostenerla un poco más a mi altura. Nunca había tenido problemas con la altura de ninguna chica con la que había estado, pero Alex era tan pequeña que a veces era divertido tener que sostenerla en su lugar para besarla. Fuera como fuera, me gustaba como se sentía debajo de mí.
—Aiden... si alguien ve tu moto... si alguien te encuentra aquí...
—¿Eso no lo hace incluso mejor? —sonreí sobre sus labios.
Alex soltó un suspiro que sonaba muy parecido a una rendición, y si bien su cuerpo no se relajó del todo, no puso oposición mientras volvía a besarla. Sus manos se enredaron en mi cuello mientras se presionaba un poco más contra mí.
Diablos, había extrañado esto. Casi parecía una eternidad desde nuestro rápido encuentro en la bodega de la escuela, y jamás lo admitiría frente a nadie, pero Alex tenía una especie de inocencia mezclada con un fuego electrizante que me llamaba, que me hacía adicto. Cada parte de su cuerpo era más adictivo que la anterior, y cada vez que la tocaba mis manos ardían por volver en el momento que acababa. No estaba seguro de qué era lo que hacía, pero definitivamente era nuevo. Nunca había deseado tanto a una mujer que luego de un día sin tenerla iría a por ella sin importar las represalias, sobre todo si considerábamos quién era Alexandra King y todas las razones por las que absolutamente nadie quisiera verla con el quarterback de los Raiders, pero en este momento apenas podía respirar algo más que su olor y menos podría preocuparme de quién pudiera encontrarnos.
Estaba intoxicado con ella, y no creía que pudiera desintoxicarme pronto.
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The wrong side of town - Parte I y II
RomanceAlexandra King es una reina; la reina de la escuela, la reina de toda la ciudad. Hija del alcalde de Sylver Valley y capitana de las porristas, se encuentra en la cima de la pirámide social, pero tiene un pequeño secreto. Está enamorada de quién no...