Capítulo XXXI

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Cuando llegué a la escuela el lunes, lo primero que noté fue que el casillero de Alex estaba rayado, como todos los lunes.

Esto ya se estaba volviendo ridículo, sobre todo porque incluso yo sabía que las afirmaciones eran completamente falsas. No podía hablar por su familia, pero doña perfección no tenía el cerebro maquiavélico que todos le atribuían.

Esta vez las letras se leían en verde claro y rojo y escribían "falsa y fácil". Si me lo preguntaban, era demasiado inmaduro como para realmente estar sucediendo en último año, pero ahí estaba, y era más difícil considerando que sabía exactamente quién estaba escribiendo esos estúpidos mensajes. Había considerado decírselo en Key West, pero no me importaba lo suficiente para hacer un lío de ello. Ahora, no estaba seguro de cómo dañaría a Alex saber la verdad, tampoco tenía que averiguarlo. Tampoco podía enfrentar a esa persona, porque no tendría sentido que lo hiciera, ¿no? Lo cierto era que no tenía sentido para mí tampoco, pero ahí estaba, preocupándome por un graffiti poco creativo que no era nada más que estúpido y probablemente tenía sin cuidado a Alex.

Pero si ella se enteraba de quién estaba detrás de ellos...

—¿Otra vez esta mierda?

Miré a Katherine, la mejor amiga de Alex y por lo pronto en la única que confiaba mínimamente, pero luego de ver cómo los amigos cercanos de Alex la traicionaban como si no significara nada, ya no estaba tan seguro de nada.

Detrás de ella, Alex miró el casillero con el ceño fruncido, y algo en aquellas tontas palabras parecieron desestabilizarla. Solo fue un segundo, pero vi la misma vulnerabilidad en sus ojos que las veces que me había confesado sus profundos secretos, y ahora yo quería matar a alguien, pero no estaba seguro de cómo comenzar.

Tampoco debería importarme.

Pero lo hacía, y por mucho que me odiara por ello, no podía evitarlo, no sabiendo lo que sabía. Podría ser cualquier persona además de Alex, y seguiría siendo igual de horrible.

—No pasa nada, nos vemos en clases —Alex le sonrió a Katherine y ella se marchó con el ceño fruncido.

En cuanto su amiga se fue, Alex me miró de reojo y me dio un amago de sonrisa que no pude devolver mientras sacaba todos sus libros de su casillero. La miré de soslayo mientras los revisaba página por página, hasta que llegó al libro de biología y se detuvo en una página que parecía tener un sobre blanco. Recordé brevemente que ella había mencionado algo sobre un sobre la última vez.

Miré a mi alrededor y cuando vi que a nadie parecía ya importarle las letras en su casillero o la reacción de Alex, me acerqué un poco a ella.

—¿Otro sobre?

Alex me miró confundida, como si hubiera olvidado que estaba junto a ella, y asintió un poco consternada.

—No entiendo cómo siguen consiguiendo entrar en mi casillero —negó con la cabeza y comenzó a abrir el sobre con manos un poco temblorosas.

Era demasiado alto como para alcanzar a leer lo que decía el sobre entre sus manos, pero a juzgar cómo se deformó su rostro, no podía ser nada lindo.

—Esto... esto ya no es divertido —dijo con voz temblorosa.

—Déjame ver —extendí mi mano y ella me entregó el papel como si quisiera alejarse lo más posible de él.

"No puedes escaparte, algún día serás mía"

—¿Alex? —murmuré mientras arrugaba el papel y lo echaba en mi casillero.

—No debe ser nada, probablemente lo están haciendo para meterse conmigo.

Meterse con ella lo llevaba a un nuevo y psicopático nivel.

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora