Parte II - Capítulo XII

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Alexandra

Al otro día, luego de mi entrenamiento en All Stars, emprendí rumbo directo a la casa de Aiden, pensando que sería buena idea sorprenderlo, sobre todo porque no habíamos podido vernos el día anterior. Bueno, más bien, yo no había querido verlo después de ese encuentro con Travis.

Pero hoy era un nuevo día, y no tenía ganas de recordar nada de lo que había pasado ayer o hace cinco años, así que compré una caja de chocolates de treinta dólares en Vanglens Valley dispuesta a darle una pequeña sorpresa con mi visita.

Toqué la puerta, esperando que Aiden me recibiera, ya que el auto de Aaron no estaba en la entrada. Sin embargo, fue una anciana de unos ochenta años quien me recibió en cambio.

—Hola, ¿puedo ayudarte?

Un poco confundida, me aclaré la garganta.

—Buenos días, señora. Estoy buscando a Aiden.

—¡Oh! ¿Ashley? ¿Eres tú? Juraría que eras más alta.

—Yo...

—¿Te teñiste el pelo negro, también? Te queda precioso.

—No, no soy Ashley. Uhm... mi nombre es...

—¡Oh! Lo siento tanto, no tengo muy buena memoria con los rostros —pareció apenada—. Pero pasa, pasa. Aiden y Aaron deben estar por llegar.

Con una sonrisa incómoda pasé por la puerta y dejé los chocolates sobre la mesa. Tenía el presentimiento de que esta era la abuela de Aiden, a juzgar por el notorio acento en su voz, que asumía, era italiano.

—Lamento haberte confundido con otra chica, querida. En mi defensa, solo me advirtieron sobre Ashley viniendo —me dio una sonrisa de disculpas.

—Oh, no, no pasa nada —le sonreí de vuelta—. Quería darle una sorpresa a Aiden, no sabía que no estaría en casa, así que no le avisé que vendría. Quizá debí haberlo hecho, espero no incomodarla en....

—No digas tonterías, cualquier amiga de Aiden es amiga mía.

¿Amiga? Eso significaba que Aiden no le había dicho a su abuela sobre mí. Era estúpido sentirme decepcionada, pero ahí estaba la inseguridad habitual. Como fuera, no iba a ser yo quien la corrigiera.

—Es la abuela de Aiden, ¿no?

—Efectivamente, cariño. Isabella Reed, a tus órdenes. El abuelo de Aiden también está aquí, pero ya sabes, quería salir con los chicos —me guiñó un ojo—. Así que me dejaron aquí, preparando el almuerzo. Como siempre. Quizá deberíamos habernos presentado primero.

—Uhm... sí, mucho gusto, señora Isabella. Mi nombre es Alexandra King.

Estaba tan acostumbrada a decir mi nombre y mi apellido, que no me di cuenta del error hasta que vi el innegable ceño fruncido de la abuela de Aiden, probablemente conectando mi apellido con todas las cosas malas del mundo. Fue la misma expresión que tuvo el padre de Aiden la primera vez que nos conocimos.

—Oh... ¿King, no? ¿Cómo el alcalde de la ciudad?

No tenía sentido mentirle, aunque me habría encantado hacerlo.

—Sí, señora.

—Ya veo.

Genial. Ahora, la abuela de Aiden me odiaba también. No tenía idea de qué había hecho mi padre para ser tan odiado en el sur, pero no tenía ninguna duda de que debían ser un montón de cosas malas. Nunca me había detenido a pensar en las decisiones políticas de papá, porque no me importaban, ni tampoco me importaban las repercusiones que tendrían en la vida de las personas, pero era probable que hubieran tenido repercusiones en los Reed.

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora