Parte II - Capítulo XI

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Alexandra

Cuando Aiden volvió a llamarme, me di cuenta de que era tardísimo, y que no le había dicho a nadie sobre mi hora de llegada, lo cual lamentablemente seguía siendo de la incumbencia de mis padres. Increíblemente, luego de enfrentar a mamá, ella no me había hecho más problemas por nada. Tampoco me hablaba mucho, como si temiera que con cualquier palabra me fuese a hacer explotar, lo cual estaba bastante cerca de ser verdad, sobre todo considerando al estrés al que estaba sometida últimamente.

La doctora Jamie tendría un montón de trabajo en nuestra próxima sesión, y yo tendría que encontrar ingeniosas maneras de no decirle sobre mi hermano y su imperio de drogas.

Le dejé un mensaje a mamá sobre tener una noche de chicas con mis amigas y recibí un ok como respuesta. Luego de eso, le envié un mensaje a Aiden para asegurarle que todo estaba bien, a pesar de que no lo estaba. Quería abrazarlo y quería olvidarme de todo esto por un rato, pero al mismo tiempo no quería decirle nada sobre mi encuentro con Travis, porque no estaba lista para contarle al mundo lo que había pasado hace cinco años, eso solo haría que creyeran que soy la víctima, cuando en realidad esa noche la única víctima fue Tammy. Yo solo fui víctima de las consecuencias.

Así que fui con la única persona que no haría preguntas y en la que aún podía confiar.

Cuando Katt abrió la puerta, estaba en sus pantuflas y en pijama, bostezando mientras intentaba arreglarse los rulos desordenados.

—Estaba tomando la mejor siesta del mundo —comentó.

Los viernes usualmente serían un día de chicas, al que yo usualmente no asistía porque solía haber comida que no podía comer. Ahora que el grupo se había fracturado, la noche de chicas no incluía a Katt tampoco.

—Lo siento, no tenía ganas de ir a casa, y ahora que estás libre los viernes, pensé que apreciarías mi compañía —la miré con una sonrisa burlona.

—Te estimas un montón, King —cerró la puerta detrás nuestro—. ¿Qué tienes en mente? Yo creo que deberíamos usar nuestras identificaciones falsas e irnos a Vanglens Valley a...

—No, nada de comportamiento autodestructivo —la interrumpí—. Estaba pensando en algo más casero, como hornear algunos pastelitos y ver películas románticas.

—Ugh, qué aburrida —rodó los ojos.

—También quiero hablar de algunas cosas.

—¿Cómo qué cosas?

—Sobre cosas de la escuela, y lo problemáticas que son.

—Ajam. ¿Y qué planeas?

—Una fiesta.

—Una fiesta —repitió, como si no terminara de creérselo—. Estás loca.

—Las rivalidades entre el sur y el norte son ridículas. Mira lo que te han hecho.

—Si crees que una fiesta va a aflojar rivalidades de hace años, estás loca. Además, y solo imaginando que los del norte estén de tu lado, los del sur nunca estarían a bordo con la idea.

—Tengo algunas cartas bajo la manga.

—¿Cómo cuáles?

—Llevo un par de semanas entrenando con las Raiders.

—Uhm... ¿qué? Eso definitivamente explica por qué han estado apestando menos últimamente. Ahora que lo pienso, también han parado de atacarme.

—Fue una de mis exigencias. Que no me molestaran y que no te molestaran a ti.

—¿Fue por eso que lo hiciste?

—Mmmh, más o menos —mentí—. En realidad lo hice porque significa tener ese as bajo la manga. Si las Raiders están abordo, eso significa que todas las chicas del sur lo estarán.

—Imaginando que eso es posible, aún tenemos un pequeño problema: los chicos.

—Que son leales a Aiden.

—Quien odia tus entrañas.

—Ajá, sí, pero que es leal a Ashley —me encogí de hombros.

Ante su mención, Katt frunció el ceño, pero no dijo nada al respecto.

—¿Qué te hace pensar que Ashley se tomará su precioso tiempo convenciendo a Aiden de algo que quieres? Bueno, a juzgar por el comportamiento de ambas hoy en la cancha, parecen ser muy amigas.

—No te pongas celosa. Ashley fue la que me pidió que ayudara a las Raiders, y al igual que tú, está siendo víctima del desprecio de sus compañeras.

—Gran cosa —rodó los ojos.

—Literalmente, nuestro único problema son los chicos del norte. No tengo cómo convencerlos.

—De seguro una que otra sonrisita estúpida convencerá a Matt.

—Eso no es suficiente. Necesito convencer a Jake.

—¿A ese idiota? ¡Estás loca! ¡Luego de lo que hizo!

—Lo sé, lo sé, pero es el cabecilla. Si no convenzo a Jake, no lograré convencer a nadie.

—Definitivamente no dejaré que te acerques a él. Yo me encargo de Jake.

—Uhm... ¿qué?

—Todavía cree que soy su saco de boxeo personal. No sé que tanto me aprecie luego de lo que pasó con Ashley, pero supongo que veremos.

—Entonces... ¿estás de acuerdo con la idea?

—Creo que es estúpida y que harás que alguien termine muerto, pero a esta altura de mi vida, no me importa. Lo que no logro entender es cómo esperas que todo el mundo se lleve bien solo por una fiesta.

—No espero que se lleven bien, solo espero que... pasen cosas.

—¿Qué pasen... cosas? Ay, Alex, estás delirando. ¿Qué cosas?

—Las cosas que pasan en las fiestas, ya sabes. Esas cosas.

—Oh, ya veo. Entonces tu brillante plan es que en el calor y el alcohol del momento los del norte se líen con los del sur. ¿Es el romance tu solución universal a todo?

—Más o menos.

—Estás loca —repitió.

—No estoy loca, tengo esperanza. Cuando todos hagan lo que tanto te están martirizando a ti por haber hecho, nadie tendrá razones para decirte nada. Cuando se den cuenta de que quieren liársela sin importar sus estatus, las barreras comenzarán a romperse de apoco. Mientras tanto, trabajaré en las Raiders, y Aiden...

Oh. ¿Acabo de mencionar a Aiden? Sí, acabo de hacerlo.

Katt me miró con una ceja arqueada.

—Y Aiden y Ashley pueden trabajar con los suyos. Sé a ciencia cierta que ambos estarán de acuerdo con la idea.

—Pareces muy segura.

—Aiden protege mucho a Ashley. Si esto significa que dejarán de atacarla por haberse besado contigo, estará de acuerdo. O eso espero.

—Uhm... no lo se, Alex, parece una oportunidad bastante pequeña.

—Es todo lo que tengo por ahora. ¿Vas a ayudarme o no?

—Te ayudaré, pero ni creas que creo que es una buena idea. Podrías hacer que todos terminen odiándote por querer fraternizar con los Raiders.

—Tengo en cuenta ese desenlace, pero te alegrará saber que mientras tú no me odies, viviré.

—Sabes que no —me dio una pequeña sonrisa.

—Genial. Ahora, ve por esas identificaciones. Tenemos un montón de alcohol que comprar.

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora