[Libro 3: Saga de Brotherhood]
Desde que se puso en contacto con su hermano por los últimos años, Milo Fleamont Potter había entrado a otro mundo de aventura, unido a problemas y sin mencionar, a inmenso peligro. Sin embargo, no se arrepentía de nad...
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—Dime cómo puedo ayudarlo —demandó Milo a Artemisa, diosa o no, Harry era su hermano y Milo desde hacia mucho se determinó a mantener a Harry a salvo. La mujer lo miró, su severa mirada se suavizó como si no pudiera continuar irritada con el chico. Milo no tenía ninguna intención maliciosa con sus palabras, estaba segura de que no tenía ni un hueso malicioso en su cuerpo. Sin embargo, no le iba a gustar lo que le iba a decir, aunque fuera la verdad.
—No hay nada que puedas hacer, Milo —le dijo Artemisa con su Cierva deteniéndose por completo, dejando que Milo la viera de frente—. Lo siento, pero tendrás que permitir que las cosas sigan su curso. Como mencioné antes, la sangre de Harry será limpiada cuando muera, no antes ni después.
Milo se le quedó mirando y sacudió la cabeza, sin poder aceptar eso como respuesta.
—Por favor, ya he perdido a mi familia, no tengo a mis padres ni a mis abuelos. Harry es el único que me queda, debe haber algo que pueda hacer para ayudarlo.
—Me temo que no. Desafortunadamente, lo que ocurrió esa noche no fue previsto por ninguno de nosotros, pero tiene sus consecuencias como todo lo demás. Podrías haber sido fácilmente tú en lugar de tu hermano, y entonces serías tú el que no tendría mi protección.
Sus últimas palabras fueron el mayor golpe para Milo porque de todas las veces que pensó sobre haber sido el Niño Que Vivió en lugar de su madre, finalmente sabía lo que habría sucedido. Le dolía más que nada realizar que había querido lo que su hermano tenía por tanto tiempo, pero ahora no lo hacía, porque sabía que Harry estaba atascado en ello hasta el día en que muriera.
—No temas, Milo, porque cuando muera, le daré la bienvenida a tu hermano con los brazos abiertos, pero si decido hacerlo ahora, pondría a muchos en peligro. Muchos no están al tanto de la protección que ofrecen los dioses, al solo quedarse entre los lazos de la familia.
Milo frunció el ceño, antes de mirarla.
—¿Quieres decir que no somos la única familia?
—Eres la única familia bajo mi protección, pero durante siglos muchas familias han hecho sus propios pactos con otros dioses y dioses.
—¿Cómo cuá...?
—No te revelaré esa información, no es mi asunto ni el tuyo —dijo Artemisa firmemente—. Si deseas continuar estando bajo mi protección, deberás actuar bajo mis reglas y eso incluye guardarte esa información. No puedes compartirla con nadie a menos que sean tus propios hijos o pareja matrimonial, ¿entendido? Y solo podrás hacerlo después de que yo lo haya aprobado.
—Bueno, le dije a mi bowtruckle, ¿es eso un problema? —le preguntó Milo, recibiendo una mirada extraña de la diosa—. No fuiste clara en las reglas antes.