Chapter Forty-Seven

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La Navidad no se sintió realmente como Navidad para Milo ese año porque no estaba saliendo como planeó, claro, eso parecía aplicarse a todo en su vida. Todo lo que no se planeó sucedió y todo lo que anticipó le explotó en la cara al punto de que no se sentía de ánimos. Había intentado muchas veces ser el hermano perfecto para Harry o al menos, acercarse a serlo, pero nada de eso parecía importar porque tampoco arruinaba las cosas, regresaba al punto de partida.

No estaba tan molesto con Harry, sobre todo porque siempre intentaba ponerse en los zapatos de Harry, el problema era que Harry nunca intentaba ponerse en los zapatos de Milo. Siempre era sobre cómo se sentía Harry en una situación, cómo le afectaba, o cómo reaccionaría, pero nunca pensó sobre las razones de Milo para las cosas que tenía que hacer. ¿Por qué querría Milo ser el que diera malas noticias? ¿Por qué era su deber informarle a Harry sobre quién era el padrino del chico en ese momento?

Todo parecía caer sobre los hombros de Milo, aunque fuera solo una persona en toda la ecuación.

Todos intentaban animar a Milo, sintiendo que había algo mal, pero no hablaría de eso, ni con Paden o Cedric, ni siquiera con su madre. No quería hablar sobre nada, solo quería estar a solas y esperar que todo saliera bien con Harry. Entendía que Harry era más joven, pero Harry ya no era un bebé y tenía que entrar a sus sentidos eventualmente. Al menos, eso era lo que Milo esperaba. Sin embargo, un triste Milo siempre preocupaba a todos y entre los rostros preocupados, Remus finalmente decidió dejar sus propios problemas a un lado para pasar tiempo con su ahijado.

El día previo a la Navidad, Milo recibió una nota del hombre, temprano en la mañana preguntándole si quería pasar el día con él. Milo lo vio como la oportunidad perfecta para hablar con Remus sobre la situación de Sirius y accedió. Por primera vez, en lo que parecieron días, Milo se vio emocionado por algo. Lo único que parecía debatir era si dejar a Paden con Cedric o llevarlo. Pero viendo el frío y la nieve caer, Milo pensó que lo mejor era que el bowtruckle se quedara atrás de nuevo.


Cedric despertó para ver que Paden estaba en su habitación, en la cama, y el bowtruckle chirriabaruidosamente para alertarlo. El chico levantó su cabeza, aún adormilado al acabar de despertar, chocando miradas con Paden. En las largas extremidades de Paden estaba una de las cartas de colección de quidditch de Cedric que Milo y Minerva le habían dado. Casi como si estuviera provocando a Cedric, Paden empezó a agitar la carta de un lado al otro.

—Paden, baja esa carta —le ordenó Cedric, sentándose lentamente en su cama—. Bájala. Esa carta es muy valiosa y...

Paden saltó de una cama a la otra, aún sosteniendo la carta en una juguetona y molesta manera.

—No voy a perseguirte —le dijo a Paden, sabiendo exactamente lo que la pequeña criatura quería. Quería volverlo un juego, pero Cedric se rehusó, eso fue hasta que Paden salió corriendo de la habitación y Cedric solo pudo pensar en la chimenea y en Paden arrojándola en ella.

PRONGSLET AND THE CERYNEIAN GUARDIAN ⟶ Harry Potter [ESPAÑOL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora