𝒕𝒘𝒆𝒏𝒕𝒚 𝒐𝒏𝒆.⠀⠀a kiss

1.5K 181 43
                                    

CAPÍTULO VEINTIUNO.
UN BESO.

HACE NUEVE AÑOS

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


HACE NUEVE AÑOS.

Una mujer y un hombre de aspecto limpio esperaban fuera del hogar de niños, viendo cómo dos oficiales ayudaban a bajar a un niño del auto. Un osito de peluche colgaba de su mano derecha y la izquierda sostenía temblorosa la mano de uno de los oficiales.

—Buenas tardes, madam Corday —el oficial de chaleco azul le estrechó la mano a la mujer y luego al hombre—. Señor Duck.

—Buenas tardes, oficiales —saludó la mujer con una sonrisa, pareciéndole una tétrica al niño—. Él debe ser el pequeño Wilkes, ¿no? —se inclinó un poco para estar a la altura del niño—. Estoy emocionada de cuidar de este pequeño.

El niño dio un paso atrás, escondiéndose detrás del policía.

—Contamos con sus servicios, madam Corday.

Desde aquél día, el pequeño no había recibido el "servicio de madam Corday", fue todo lo contrario. Los niños del orfanato de Madam Corday eran tratados como sirvientes, esclavos o animales. Ya había perdido la cuenta de cuántas veces le habían golpeado por no hacer algo que les gustará a madam Corday y al señor Duck.

Él no era de los que se dejaban, siempre resultaba que se negaba a seguir órdenes de ellos y gritaba que eran basura, monstruos o cualquier cosa que se le ocurriera en el momento. El peor momento fue cuándo tuvo que proteger a un niño más pequeño que él por haber roto uno de los floreros de madam Corday.

Ese día, ese día había sentido el verdadero terror. El señor Duck golpeándolo en la cara, agarrándolo del cuello de la ropa y aventandolo contra una de las mesas, pateandolo, su vista borrosa, hasta quedar inconsciente. Mientras observaba con mirada borrosa como el pie del señor Duck chocaba contra su cuerpo, sintió como del terror pasaba a la rabia, a la furia. Desde entonces, siempre se sintió así por muchas cosas, por más pequeñas que fueran.

Había despertado en su cama, los niños del orfanato lo habían vendado y curado, pero él sentía que aún estaba roto. No físicamente, emocionalmente.

—Niño —entonces había oído aquella voz. Volteó hacia la puerta y el conserje del orfanato se adentró a la habitación con un rostro pálido y preocupado—, niño, lamento mucho lo que sucedió. Si hubiera estado aquí hubiera evitado todo eso, ¿cómo te sientes?

Él se acercó hasta quedar al lado del niño. Este apartó la mirada.

—Entiendo —asintió el anciano—. Te lastimaron demasiado —la mirada del niño seguía puesta en otro lado—. Te traje algo, niño —de su bolso saco unas figuras de acción—. Puedo prestarte esto, mira.

El niño observó las figuras de acción que había dejado el conserje sobre sus piernas tapadas por la sábana fina de su cama.

—¿Qué... son, George? —agarró una de las figuras observando con confusión.

✓ NIGHTSTAR, damian wayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora