veinticinco

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- No va a venir, deja de ser imbécil. - insiste Alex de pie junto al peliblanco, quien mantiene la sonrisa impresa en los labios.

- ¿Quieres apostar? - inquiere, el pelinegro entorna los ojos. - Bien, amargado.

Un par de chicos frente al espejo siguen bailando para cuando Samuel llega, con el ceño fruncido, el teléfono presionado en una mano y el estuche sobre su hombro, Rubén le dedica una sonrisa a Alex mientras sale de la clase para encontrarse con Samuel.

- ¿Cómo conseguiste mi número? - inquiere con dureza en cuanto mira al peliblanco, quien le sonríe con amabilidad.

- Viniste a verme. - repite, a punto de echarse a reír por el rostro del pelinegro. - Que mono.

El peliblanco termina por apoyarse en la pared de cristal tras él, mirando a Samuel entretenido, sin notar las miradas que se pegan a su espalda desde dentro del salón.

- ¿Cómo conseguiste mi número, Doblas? - insiste, pero el peliblanco se encoge de hombros.

- ¿No quieres darme un besito de buena suerte? - inquiere, haciendo un mohín, y Samuel casi se puede reír, porque era muy bobo.

- ¡Doblas! - escucha de pronto, y se gira para mirar a la mujer dentro, con el ceño fruncido. - ¡Ya casi vas tú! - le enseña el pulgar elevado, asegurándole que entiende.

- Doblas, hablo en serio, - continúa el pelinegro. - ¿cóm~?

- Hazme un favor, - pide, y entonces si que estaba avergonzado, pero esperaba que no se le notara. - ¿puedes decirme por ese apodo bobo que solo tú utilizas?

- ¿Estás de broma? - cuestiona, más serio que sorprendido u ofendido. - No tengo tiempo para esto, en verdad.

- Es una bobería, - admite en voz baja. - pero la única constante en mi vida ahora eres tú, tú y ese estúpido apodo que ni siquiera me gusta, pero... - suspira. - pensé que quizás me ayudaría a centrarme.

- ¡Doblas! - escucha nuevamente, y tiene que apartarse de la pared del cristal, suspirando.

- Fue una idea tonta, olvídalo. - termina por murmurar, antes de entrar al salón nuevamente, ubicándose en el lugar entre dos chicos, mirando su reflejo con severidad.

Que tonto era, un imbécil, bobísimo, tontísimo, est~

- Rómpete una pierna, Rubén Doblas que estudia ballet. - escucha, y tiene que mirar a la puerta, donde Samuel se apoya un instante, con una sonrisita temblorosa en los labios.

El pelinegro estaba obviando tanto como pudiera a los compañeros de clase de Rubén y las personas de otras clases que se habían reunido a ver las audiciones, así que se centró en la sonrisa que el peliblanco le dedica antes de empezar a bailar.

m i s e r y -rubegetta-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora