m i s e r y -rubegetta-

dieciocho

- Toca algo. - dice Rubius, mirando con curiosidad al pelinegro, quien bufa. - Anda, algo pequeño, lo que sea.

- No me gusta que las personas m~

- Cicici, ya sé, pero te propongo algo. - interrumpe, apartándose el cabello del rostro. - Si tocas algo, cualquier cosa, dejaré de molestarte... durante dos días. - propone, Samuel suspira.

Dos días a solas, lejos de ese extraño chico, eran lo mejor que se le podía imaginar ahora, y si tenía que tocar algo corto para que pudiera irse, no era un mal trato, así que termina por suspirar.

- Dos días enteros, no quiero verte en lo del karaoke tampoco. - advierte y el peliblanco asiente apresuradamente, mirándolo con ilusión.

Samuel se frota el rostro con ambas manos, tratando de concentrarse, mientras Rubén lo observa con curiosidad, lo había escuchado tocar antes, y no era malo, a no ser que fuese bueno tocando aquella canción solo porque la había tocado un centenar de veces, quizás era eso, quizás era malo tocando el piano.

Se aparta el cabello negro del rostro y suspira, antes de empezar a tocar las teclas, con un ritmo constante, y Rubén reconoce la melodía, fluida y dulce flotando a su alrededor, la había escuchado junto a Auron una de aquellas madrugadas de pijamadas cuando se escapaban de su habitación al tejado, a compartir un cigarro.

"Honey, I know, hey
When we walked arm in arm
I felt like we can throw away
The falseness of our past
And I know too
It's been the hardest day for you
Let's throw them out the
Window
That's what those lovers do"

Y de pronto, todo volvía a él, a lo desdichado que era, no sólo a Raúl, y lo mucho que lo quería, sino también a lo solo que estaba, a como cada día empezaba a bailar peor, pensaba lo difícil que era mantener su peso, como todo caía a su alrededor, mientras él trataba de detenerlo con manos temblorosas y débiles que ya no podía sujetar más.

Oh, la miseria lo rodeaba sin que él pudiera evitarlo.