— No va a venir. — repite Fargan, devolviendo los platos a la barra, a pesar de que suena frustrado, mantiene una sonrisa cuando Alejandro deja un par de vasos junto a él. — Alesby, está bien, no tienes que ayudarme a recoger.
— Yo espero que no venga. — opina el pelinegro, mirando a Willy entornar los ojos, o al menos intentarlo. — Además, lo llamaste hace más de una hora.
— Gracias a los dos por sus buenos deseos. — dice el peliblanco sujetando la vajilla sucia en su charola para llevarla de vuelta a la cocina. — Pero yo mantengo mi fe intacta en cuanto a Samuel y sus gustos.
El pelinegro entorna los ojos para volver a la mesa sucia con un pequeño pedazo de papel a limpiarla, Fargan va tras él, levantando el servilletero para que el menor sea capaz de hacer el trabajo. — ¿No te agrada Samuel?
Alejandro suspira, evitando mirar al contrario a los ojos, pues sabe que es bastante posible que lo convenza de que Samuel es un buen tipo y probablemente le termine agradando. — No es eso, es solo que... — pero no tiene excusa alguna, así que se encoge de hombros. — ¿tú crees que verdaderamente le guste Rubius?
Fargan estaba bastante seguro de que sí, aunque Samuel era una persona bastante especial acerca de las personas con las que se relacionaba, Rubén era una adición cuando menos extraña al círculo cercano de Samuel. — ¿Qué te parece esto: si Samuel no viene, puedes seguir dudando de si le gusta Rubius, pero si llega, te agradará?
Alejandro, más que seguro de que el aburrido pianista no asomaría sus narices allí, asintió. — Vale.
— Ahora, ¿qué tal si nos liamos en la despensa un rato? — aquello era lo que más le gustaba a Alex de Fargan, la carencia de un filtro, lo directo que era, aún cuando no debía serlo, así que se permitió reír, asintiendo una vez más.
— ¿Cómo creías que me ibas a pagar?
.
Ningún mensaje.
Ninguna llamada.
Ni siquiera para saber dónde está, o si está bien.
Rubén voltea el teléfono una vez más, apoyando la pantalla en la mesa para evitar mirarlo demasiado, a pesar de que lo lleva haciendo toda la noche.
— ¿Quieres cantar algo? — inquiere Mangel en su dirección, el castaño levanta la mirada hacia él y niega, en realidad no cantaba del todo mal, pero esa noche en especial lo que menos quería era cantar, aunque solo habían otras cuatro personas además de ellos.
— No me apetece. — murmura, volteando su teléfono una vez más para observar la pantalla que se ilumina con una notificación, el corazón le late desembocado contra el pecho un momento, hasta que, al leer, se da cuenta que es el clima.
— ¿Esperas a alguien? — pregunta Staxx, quien va por su segundo vaso de limonada.
Rubén se toma su tiempo, pensando, ¿espera a alguien? No. Auron no va a llegar repentinamente porque él lo quiera, pero... ¿y si...? — No. — responde. — Yo solo-
— Te gusta Auron, ¿no? — suelta de la nada, Mangel y Lolito le miran, mientras Rubén empieza a ponerse rojo.
— ¿Qu-qué-?
— Oh, bueno, todos pensamos que erais pareja, al menos en música, siempre ibas a esperarlo al salir, y siempre le ayudabas a cargar el bolso y eso, pensamos que estabais juntos. — dice como si nada, tomando otro trago de su vaso. — Bueno, eso hasta que vimos a Raúl detrás de Luzuriaga.
Quería que el mundo lo escupiera del otro lado del planeta, en algún país olvidado, donde nadie lo conociera, ¿así era como lo veían las personas ajenas a él? ¿Un enamorado que hacía todo por su amigo? Que vergüenza se daba a sí mismo.
— Yo no... él no me gusta. — sentencia con cierta dureza, evitando mirar a sus amigos del otro lado. — No.
— Bueno, eso es un alivio, el tipo es una basura. — continúa, sin importarle mucho que las tres personas allí le vean con ojos curiosos. — Samuel me gusta mucho más.
— ¿Y De Luque que tiene que ver? — inquiere con confusión el castaño, Staxx se encoge de hombros, los ojos verdes fijos en Rubén.
— Creo que hacen una bonita pareja.
— Él no es mi pareja.
— ¿Ah, no? — murmura con curiosidad, mirando a la puerta del bar. — ¿Entonces qué hace aquí?
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m i s e r y -rubegetta-
ФанфикLa desdicha en un artista es lo pero que puede existir, Rubén Doblas lo sabe, y sabe, también, que él se ha convertido en eso: un artista desdichado. Todos encontramos dicha en algo, y a pesar de que él la busca en todos lados, lo que menos espera e...