cuatro

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Caminó por cierto tiempo, a lo largo del pasillo, terminó por llegar al conservatorio de la academia, abrió la puerta con suavidad, temeroso de que cualquier sonido o movimiento brusco hiciera que aquella melodía, terminara.

Tomó asiento en la butaca más cercana, mirando el escenario, había un chico sentado frente al piano, tenía el cabello negro cayendo por su frente  y movía las manos sobre el piano con increíble rapidez, Rubén suspiró, cerrando los ojos al escuchar la melodía.

Y, joder... que lindo sonaba, la música retumbaba en sus oídos, parecía como si nadie hubiese tocado esa canción nunca, aunque la hubiese escuchado un centenar de veces antes.

La melodía se detuvo de pronto, y el peliblanco miró al chico allí, tenía el ceño fruncido, mientras hacía anotaciones en la hoja frente a él, susurrando cosas en voz baja.

- ¿Puedes tocarla otra vez? - pide Rubén, poniéndose de pie, casi puede jurar que al pianista se le ha detenido el corazón por un instante, pues se lleva una mano al pecho, mientras Rubén viaja las gradas hasta el escenario, mirándolo desde allí. - Eres muy bueno.

- No me gusta que las personas me escuchen tocar. - regaña, el peliblanco  se eleva sobre sus brazos para sentarse en el borde del escenario.

- Oh, soy Rubén Doblas. - se presenta, esperando que el pelinegro lo mire, cuando menos, pero los ojos violetas del chico siguen mirando la partitura.

- Samuel De Luque. - responde, presionando un par de teclas sin orden ni sentido, Rubén se acomoda el cabello, algo ofendido.

- Estudio ballet aquí. - insiste, pero el  contrario sigue sin darle mayor importancia, así que Rubén se aclara la garganta, creyendo que no lo ha oído. - Estudio ballet aquí.

- Felicidades. - murmura con sarcasmo, volviendo a teclear otras tantas notas con más rapidez. - ¿Puedo ayudarte en algo?

- ¿No sabes quién soy? - inquiere, con deje ofendido, Samuel suspira, apartando las manos del piano.

- Rubén Doblas, estudias ballet aquí, acabas de decírmelo, ¿necesitas algo más aparte de interrumpir mi ensayo? - suelta, mirándolo con severidad, Rubén frunce el ceño, manteniendo su mirada.

- No. - termina por responder, secamente. - Ni una sola cosa.

* * *

Fargan ríe, sirviendo una copa y extendiéndole el trago al chico frente a él.

- ¿Y por qué dices que no pudo venir? - pregunta de nuevo, Willy se bebe el trago de golpe, frunciendo el ceño al no probar nada más que soda.

- Ya sabes como es, - insiste. - estaba practicando esa canción que lo estaba volviendo loco. - responde, mirando el pequeño vaso frente a él. - ¿Qué pasa con el chaval del escenario? Parece que está por desmayarse.

Fargan lo mira, había tenido que ir a arreglar su micrófono antes, porque la última persona había sido mucho más alta, y le había susurrado que todo estaba bien, que no tenía que ponerse tan nervioso por estar allí, seguro lo haría genial.

"Gracias," había respondido. "es solo que es la primera vez que hago esto en público."

Y Fargan le había sonreído, con toda la dulzura que había podido, para que se relajara, el pequeño pelinegro de pie ante el micrófono le había sonreído de vuelta, el mayor había tenido ganas de presionarle las mejillas entre los dedos.

Ahora lucía algo más relajado, sonriendo a un grupo de personas en una de las mesas, Fargan sonríe en cuanto la música empieza, y el pequeño azabache canta al son.

m i s e r y -rubegetta-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora