cinco

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- Es un presumido. - murmura Rubén, con el ceño fruncido y la mandíbula presionada. - Me trató como si fuese cualquier persona. - se queja.

- Eres cualquier persona. - responde Auron con una risa, observando al chico a su lado. - Tuviste que haber estado anoche, Alex coqueteó toda la noche con el bartender.

- No coqueteé con nadie. - se defiende el aludido, concentrado en el cuaderno frente a él. - Auron, por otra parte se comió el morro con el bailarín toda la noche.

- ¿Con Luzuariaga? - inquiere el peliblanco, Auron sonríe, orgulloso.

- Con él, es bastante agradable. - murmura, anotando lo mismo que el maestro en el pizarrón. - Incluso podría decir que no me aburrirá en un par de días.

- Ah, ya veo. - susurra Rubén, golpeando el lápiz contra su cuaderno.

* * *

- ¡Samuel! - regaña la mujer, golpeando el cuerpo del piano con el cuaderno en su mano. - Te estás adelantando de nuevo.

- Lo siento. - responde él en voz baja, deteniendo las manos sobre las teclas, y tomando una profunda respiración. - Pensé que había un solo sil~

- No puedes equivocarte, de nuevo. - interrumpe. - No estás hecho para cometer errores.

- Lo lamento. - insiste, en voz baja.

- Desde el inicio.

El pelinegro toma una profunda respiración, volviendo a deslizar las manos sobre las teclas del piano, de memoria, había estado practicando esa canción desde hacía tiempo, pero parecía que no lograba quedarme perfecta, y eso lo estaba sacando de sus casillas.

La campana resuena a través del espacio allí, y Samuel vuelve a detenerse. - Ve a clases, - dice la mujer. - puedes seguir practicando luego.

- Claro. - responde, toma sus cosas, apresurado, antes de salir de allí, no volvería luego de clases, necesitaba distraerse o sentía que se volvería loco, además quería ver a sus amigos, Fargan y Willy lo habían invitado un centenar de veces a las noches de micrófono abierto en el bar que la familia de Fargan tenía, no iba a participar, pero le gustaría ir a ver a las personas participar.

Camina por el pasillo, pasando frente a uno de los salones vacíos de ballet, y recordando al chico del día anterior, ese que había hablado con tanta arrogancia sobre quién era y que era lo que hacía, a Samuel, quién no conocía nada de esa academia, porque no se relacionaba con nadie más que con Willy y Fargan, y a veces con Luzu, quien también bailaba ballet y lo ayudaba de vez en cuando durante clases.

 ¿Quién era Rubén Doblas y por qué a él tenía que importarle conocerlo o no?

m i s e r y -rubegetta-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora