treinta y siete

500 121 17
                                    

Luzu conocía a Samuel desde que era pequeño, lo había conocido cuando sus manos, rojas por la disciplina, eran tan pequeñas que no podían tocar las notas con soltura.

Lo había conocido desde que eran niños, y había visto toda la miseria por la que había tenido que pasar, había visto toda su vida, y lo conocía como a la palma de su mano, conocía prácticamente todo de él, pero jamás había escuchado una de sus canciones originales, y ahora estaba allí, proponiéndole a Rubén Doblas tocarle una de sus canciones para un concurso de talentos.

Que descaro.

— Una de mis canciones. — explica con sencillez. — Compongo canciones, ¿quieres usar una de esas? ¿O prefieres alguna otra canción?

El peliblanco lo mira con suspicacia, y se encoge de hombros. — Lo que sea.

— ¿Qué? — suelta Luzu, quitándose la mano del pelinegro de la boca. — Una origin-

La mano de Samuel vuelve a cubrirle la boca, mientras el castaño se queja, mirándolo bajo su ceño fruncido.

— Mira, Doblas, el que las va a bailar eres tú, no yo. — continúa, mirándolo con seriedad. — Tengo un repertorio bastante decente, así que si quieres a Bach, Mozart, Tchaikovsky, lo que se te apetezca.

Y a Rubén le toma un momento pensarlo, mirando fugazmente al otro bailarín, le daba curiosidad que clase de música compondría Samuel, tendría la oportunidad de crear su propia coreografía y lo haría espectacular.

— Una canción tuya. — asiente, sonriendo quedamente. — ¿Está bien?

Samuel suspira, pero asiente quedamente. — Bie- ¡¿me acabas de lamer la mano?!

— ¡Me estaba ahogando!

"Quizás Auron tiene razón...", se atrevió a pensar mientras ese par discutía entre risas, "... quizás si se gustan..."

m i s e r y -rubegetta-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora