cincuenta y cinco

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Al escuchar el timbre se apresuró hasta los salones de música, quería ver a Raúl, aunque fuese un momento, quería ver si en realidad estaba tan enojado como pensaba que estaría. Pero al llegar al final del pasillo, encontró a Luzuriaga despidiéndose de su amigo, le dolió un poco el pecho, pero terminó pensando que era mejor si lo dejaba ser por hoy, estaba de bastante buen humor como para sentirse mal al respecto.

Volvió sobre sus pasos por el pasillo, y a medio camino se encontró con la profesora de música que había visto en el auditorio, la mujer le miró con un ceño fruncido que se sintió demasiado personal.

Rubén le devolvió la mueca, jamás había sido una persona demasiado buena escondiendo las expresiones que ciertas cosas le causaban, así como una mujer que no solo lo miraba mal, sino también le había regañado porque pensaba que estaba saliendo con Samuel, ¿a ella que le importaba? Entrometida.

— ¿Busca a alguien, señor Doblas? Según tengo entendido el joven De Luque no se presentó a clases hoy. — dice con cierto tono que Rubén no puede acabar de descifrar.

¿Superioridad? ¿Falsa amabilidad? En realidad no le importaba, y no sabía porqué a ella le importaba hablarle, jamás había recibido clases de ella.

— No busco a nadie — responde sin mucho problema. —, me perdí en camino a mi salón.

— ¿Tu salón que está en el edificio de junto?

— No tengo buen sentido de la orientación. — se excusa, encogiendo los hombros, el ceño fruncido de la maestra se profundiza.

— Lástima, ¿verdad?

— Lástima.

La mujer no se movió, aunque el timbre sonó. — ¿Eres amigo de Samuel?

— Esa es una pregunta un poco personal. — dice con un deje de indignación, ¿qué coño le pasa a esta mujer? — Y yo me tengo que ir.

Dejó a la mujer allí, en mitad del pasillo, apresuró el paso pues no quería llegar demasiado tarde a su siguiente clase, algo confundido aún. Tomó su teléfono cuando estaba a unos cuantos pasos y escribió un mensaje a Samuel: "muy extraña esa maestra tuya, se nota que eres su favorito", luego, escribió otro mensaje: "espero que estés bien, guapo, la pasé bien anoche".

La respuesta llegó a media clase: "Yo también", seguido de otro que hizo reír al peliblanco en voz baja: ">3".

.

Ya que Samuel no estaba, supuso que no tendría mucho que ensayar, estaba pasado por encima su coreografía ya que no había nadie en la sala de espejos, y ahora lo único que quería hacer era irse a casa o hablar con Auron, pero estaba seguro de que aún estaría enojado, pues aún no le respondía los mensajes ni se había acercado a hablarle.

Terminó por decidir que lo mejor sería irse a casa, aunque tendría que usar el transporte público pues Raúl aún no le había devuelto su bicicleta. No quería pensar mucho en su mejor amigo, así que se volvió a estirar frente al espejo, había decidido no usar mallas ese día, y el short negro era uno de sus favoritos, era un buen día, se sentía bien.

Se echó a reír, respondiendo los mensajes mientras imaginaba a Samuel, nervioso, pensó por un momento que jamás lo había puesto nervioso, quizás no había sabido cómo responder su mensaje y eso era todo, así que no le prestó mucha atención, pero en...

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Se echó a reír, respondiendo los mensajes mientras imaginaba a Samuel, nervioso, pensó por un momento que jamás lo había puesto nervioso, quizás no había sabido cómo responder su mensaje y eso era todo, así que no le prestó mucha atención, pero en el fondo del pecho, sí quería hacerlo sentir nervioso.

Pero, siendo serios, poner nervioso a alguien tan guapo e inteligente como él seguramente sería muy difícil, aun así, Rubén se sintió feliz, le gustaba hablar con Samuel.

m i s e r y -rubegetta-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora