nueve

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- Gracias. - murmura Alex, sonriendo al tomar la bandeja de machos.

- No dudes en avisarme si necesitáis algo más, ¿está bien? - dice Fargan, igual de sonriente que el menor.

- Yo te aviso. - responde con una sonrisa el pelinegro antes de retirarse, el chico detrás de la barra lo mira alejarse, hasta que una mano se mueve frente a su rostro.

- ¿Tierra a Fargan? - llama con una sonrisa socarrona. - ¿Estás bien?

- Es tan lindo. - suspira, mirándolo alejarse. - Y canta como los ángeles. - continúa, volviendo a mirar a sus amigos. - Me voy a casar con él.

La bebida que Willy está tomando se atora a medio paso de su garganta, y vuelve con una tos, echando el liquido por la nariz, mientras Samuel se ríe, golpeándole la espalda.

- Que psicótico acabas de sonar. - se queja el pelinegro, mirándolo con diversión. - ¿Debería preocuparme?

- Sí... - susurra Willy, con la voz hecha un hilo. - ¿deberíamos?

- Aún no. - murmura, volviendo a tomar las copas vacías entre sus manos. - Pero esperen a que él llegue. - aconseja

Ambos chicos se giran, descubriendo al peliblanco caminando en su dirección, con aire arrogante y ambas manos ocultas en los bolsillos de su chaqueta.

- Ay, por favor. - se queja el pelinegro, entornando los ojos, volviéndose para encarar a Fargan.

- Me das dos cervezas, por favor. - pide, ladeando una sonrisa socarrona, de pie junto a Samuel.

- No servimos alcohol a menores de edad. - responde el castaño, encogiéndose de hombros. - Pero puedo darte un zumito.

Samuel se ríe entre dientes, girándose para encarar a Willy.

- Dos zumitos están bien, ¿de que sabor quieres tú? - inquiere, mirando al pelinegro, quien no le presta atención, Fargan mira a su amigo con impresión, y carraspea. - Samuel De Luque, ¿verdad? - el susodicho se gira para mirarlo, con el ceño fruncido. - Te invito un zumo, ¿de qué sabor quieres?

m i s e r y -rubegetta-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora