dieciséis

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Samuel lo mira, volviendo a tocar un par de teclas, tratando de descifrar como seguirá la canción que ha estado componiendo.

- ¿Me escribes una canción? - inquiere el peliblanco, ladeando la cabeza en su dirección.

- Que pesado eres, enserio. - se queja el mayor. - ¿No tienes algo mejor que hacer? ¿Atormentar a tus compañeros? ¿Presumir con tus amigos sobre como bailas?

- No me agradan mis compañeros y mis amigos ya están hartos de mí. - responde con sencillez, aun mirándolo con atención. - ¿Y que hay de ti? ¿Qué haces aquí tan solito?

- Me gusta la soledad. - admite, presionando otro par de teclas. - ¿Eso te sirve como excusa? ¿Puedes irte ya?

- La verdad que no, no messirve. - responde. - Anda, cuéntame algo de ti, cuéntame sobre... tu música, o... ¡ya sé! - exclama de pronto. - Cuéntame sobre como descubriste tu música.

- ¿Cómo descubrí mi música? - inquiere, con una sonrisa burlona, el peliblanco asiente.

- Ya sabes, eso que se ve en las películas, de cuando te das cuenta de que es lo que quieres hacer por el resto de tu vida, ¿no te pasó?

Le había pasado, sí, pero no se lo contaría a él, igual tampoco era la gran cosa, había sido más cosa de su madre que suya, lo había sentado frente a un piano cuando tenía apenas 4 años, y él se había echado a llorar, porque se sentía abrumado, porque quería salir a jugar, pero en cambio estaba allí, con su madre diciéndole lo decepcionada que estaba de él. No era un buen recuerdo, y no se lo iba a contar a nadie, mucho menos a Rubén Doblas que estudiaba ballet.

- No, - termina por responder. - no tengo tal cosa.

- Bueno, - susurra el peliblanco. - ponte cómodo porque yo te contaré mi historia.

m i s e r y -rubegetta-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora