Capítulo 5: Una razón muy poderosa para no creer en Dios

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—¿Qué dice, señor Henderson?

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—¿Qué dice, señor Henderson?

Arqueé una ceja y revisé la propuesta con calma. Los plazos eran acordes al tiempo requerido para la construcción. Alastair siempre se negó a hacer negocios con la compañía Jhonson, puesto que son una empresa pequeña. Apenas llevan cinco años en el mercado y los promedios generales eran alentadores. No contaban con muchas construcciones de renombre, pero la garantía de ellos era la calidad. El dueño es un señor de una edad ya avanzada, calvo y rechoncho, pero con una sonrisa afable que invitaba a devolverla. Por más de dos años han querido hacer negocios con la inmobiliaria Henderson, sin embargo, Alastair siempre los infravaloró. "Viejo estúpido" El nieto de Gabriel Jhonson estaba concentrado en el veredicto de Maximilian, que por cierto también era guapo. "Concéntrate, Livy"

—Cinco años es demasiado —Sonrió Maximilian. Sí, también había considerado ese punto.

—Cinco años es tiempo suficiente para un proyecto tan ambicioso, ¿No cree? —Deliberó el señor Jhonson. También era cierto—. Un edificio habitacional de veinte pisos podría tardar, como mucho, dos años. Es cierto.

—Me da la razón —El hombre mayor sonrió mientras asentía.

—Pero un edificio de la envergadura que figura en la propuesta, con la calidad que ofrecemos cinco años es más que suficiente —Maximilian me miró, esa era mi señal para que interviniera.

—Ustedes escogen el terreno —Le sonreí al señor Jhonson—, y, además, piden cinco años. No me malinterprete, pero tres años serían más que suficientes para llevar a cabo la construcción, los otros dos años solo serviría para una asociación que solo a ustedes les convendría. Ustedes saben —Miré a los dos hombres—, que para ser socios de la inmobiliaria Henderson se necesita más reconocimiento del que ustedes tienen — Gabriel y Chris Jhonson sonrieron. Maximilian alzó una ceja y la curva derecha de la boca.

—Es un hueso duro de roer, señorita Sinclair —Sonreí.

—Es una propuesta ambiciosa.

—Podemos redactar un contrato en que ambas partes salgan beneficiadas —Intervino Chris mirándome con atención—. Seamos honestos, no tenemos el reconocimiento que deseamos tener para asociarnos con la inmobiliaria más grande del país. Es verdad, eso se lo concedo, señorita Sinclair. Sin embargo, ofrecemos una infraestructura de calidad. Tenemos a los mejores arquitectos...

—Los mejores arquitectos en el área comercial, porque si nos referimos a los arquitectos habitacionales, esos están acá —Chris entornó la mirada y poco a poco fue dibujando una sonrisa.

—Queremos construir un centro comercial, uno grande. En el centro de Nueva York que cuente con todas las garantías de ser el más grande del país y del continente. Es un proyecto ambicioso, pero realizable —Arqueé una ceja y miré a Maximilian. Era un buen proyecto, millonario, pero que traería buenos recaudos para ambas partes.

Con Ella [COMPLETO LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora