Capítulo 6: El villano cruel disfrazado de empresario

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—Te ves impresionante —La miré arqueando una ceja

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—Te ves impresionante —La miré arqueando una ceja.

—No me jodas Melanie —Murmuré. Ella no dejaba de comer papas fritas y me ponía nerviosa—. ¿No habrá llegado Caleb? —Negó.

—Me enviará un mensaje cuando está abajo —Se levantó—. ¿Sabes que es lo único que haría?

—No me maquillaré más ¡Parezco una puerta con tanta pintura en la cara! —Ella sonrió.

—Tu maquillaje es suave, lo que pasa es que no estás acostumbrada —Miró mi cabello—. Hazte un moño, de ese modo le sacas partido al escote de la espalda —Me miré en el espejo. Las dos estábamos en mi oficina, pero hace treinta minutos parecía un ropero.

—¿Tú crees? —Asintió entusiasta

—Tengo unas pinzas para el pelo que te ayudarán —Recogí mi pelo y Mel me ayudó a armar un moño más elaborado. Algunas mechas caían desde el mismo moño que Mel acomodó para que se vieran casuales. No me maquillé demasiado, solo usé un poco de máscara en las pestañas y una sombra oscura para realzar el color de mis ojos. Un labial rojo que Mel me obligó a usar y viendo ahora el resultado en el espejo no me podía quejar.

El vestido era otra cosa.

Cuando salí de la oficina el día anterior le pedí a Jo que me ayudara a comprar un vestido bonito, pero no demasiado costoso. Me sentía cómoda, el vestido era bonito, pero muy probablemente no estaba a la altura de una cena de gala a las que acostumbraba ir Maximilian Henderson.

El vestido es negro, con una caída simple y una apertura desde la rodilla hacia abajo. El escote redondo y en la espalda terminaba en punta. Era un vestido que no enseñaba demasiado, era elegante y todo se concentraba en la espalda. Algo que agradecí, porque no podría aguantar a cualquier idiota mirándome los senos de manera indiscreta. Era una buena cosa no tener ojos en la espalda, porque ¡ay! Del que sorprendiera mirándome el culo.

—¡Te ves preciosa, Livy!

—No me mientas —Le supliqué.

—No seas tonta, te lo digo en serio. Segura de ti misma, y no te dejes llevar por ese temperamento que tienes.

—Lo juro —Me dio un beso en la mejilla.

—Caleb acaba de llegar. Si necesitas hablar con alguien llámame, no importa la hora.

—No creo que nos quedemos hasta tarde.

—No importa, si me necesitas estoy al otro lado del teléfono.

—Te quiero.

—Yo más. —Me lanzó un beso desde la puerta y luego la cerró. Me miré al espejo por... ya no recordaba cuántas veces lo había hecho.

—Tú puedes, Livy —Murmuré—. ¡Te quiero ver triunfar en esa cena! —Asentí—. Estruja los testículos de los viejos verdes que acecharán... ¡Ay! —Me lamenté—. Que al menos el idiota pomposo y engreído de Maximilian no me deje sola —Apliqué un poco de perfume en el cuello y las muñecas —. O quizás sí. ¿Por qué siempre me veo envuelta en estas situaciones? —Apunté hacia el techo—. Estamos distanciados tú y yo, lo debes saber. ¡Una buena, por favor! ¡No te cuesta nada! Si es cosa de que chasquees los dedos y la suerte de Livy cambia, solo... —Tocaron la puerta—. Que esto funcione, Diosito, que esto funcione Diosito... ¡Hombre tenías que ser para cagarla tanto también! —Murmuré acercándome a la puerta. La abrí e inmediatamente me encontré con la figura de Maximilian Henderson.

Con Ella [COMPLETO LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora