Especial +18

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NOTA: Este especial transcurre antes del nacimiento de Rose. (Cronológicamente entre el epílogo y la escena extra)

—¿Cómo es eso posible? —bufé. Me levanté de la silla y exhalé, apoyando la mano sobre el escritorio—. Nada de lo que me dices estaba en el acuerdo, ¿quién autorizó el cambio de esa cláusula? ¡No! ¿Sabes qué? ¡Ni siquiera lo quiero saber! —exclamé con el teléfono en la mano.

Miré la hora en la pantalla del computador y maldije en silencio. Uno de mis clientes estaba faltando a lo acordado en el contrato, y yo me acababa de pasar por cuatro horas en mi propio acuerdo familiar.

«—El trabajo permanece en el trabajo, Olivia. En nuestra casa apagas el maldito teléfono y te desconectas.»

Eso fue lo que me dijo en nuestra última discusión, una de las más grandes que hemos tenido. Max se enojaba si me veía trabajando después de las ocho de la noche en la casa, porque sí, ahora tenía un despacho en la casa que era el símil de la que tenía en la inmobiliaria. Probablemente era la idea más idiota que he tenido en la vida, porque desde que tenía el despacho, llegaba a la casa solo para trabajar.

—Mire, mañana resolveremos esto en la oficina. Nadie más toma decisiones sin consultarme, a menos que quiera ser despedido en el acto.

Corté.

—Mierda, ya es media noche. No preparé la cena y ni siquiera me despedí de Noah cuando vino Amelia por él.

Lancé una patada al suelo y apagué el computador.

—Cuatro horas, Olivia —cerré los ojos y dejé caer los hombros, derrotada. Solo me decía Olivia cuando estaba realmente enojado, o cuando estaba excitado, y dada las circunstancias estaba segura que la segunda no era la razón que predominaba en este momento.

—Lo siento...

—Siempre dices lo mismo —abrí los ojos y lo miré, arrepentida—. Llegaste de la oficina para encerrarte en este endemoniado despacho. Ni siquiera saludaste a Noah —sus ojos estaban ardiendo de rabia—. Te estuvo esperando todo el puto día. —Me sentí horrible.

—Estaba...

—¡Consumida por ese maldito trabajo! —Terminó de entrar en el despacho y señaló una fotografía enmarcada sobre mi escritorio que él mismo había hecho de los tres—. Te recuerdo que ahí está tu familia, no te haría mal mirarla de vez en cuando.

—Jamás me he olvidado de ustedes.

—Haces un trabajo excelente demostrando lo contrario.

—¿Y qué quieres que haga? ¡No me puedo dividir entre ustedes y la oficina!

—¡Ese es el maldito problema! ¡No puedes! ¡Nunca puedes!

—¡Estoy agotada de que siempre minimices mis intentos!

—¿Cuáles intentos, Olivia? —Alzó una ceja—. Te dije durante toda la semana que Noah pasaría la noche en la casa de tu hermana. Te pedí que hicieras un espacio en tu agotada agenda para pasar unas horas con Noah...

—Haces que suene como si nunca estuviera presente en la vida de mi hijo, y no es así.

—No, no es así. Solo desapareces tres veces por semana porque en la inmobiliaria siempre surge un problema que debes solucionar. —Resopló—. Está bien, entiendo que estar frente a la compañía no es una tarea simple, pero preferiría que fueras la jodida madre de Noah, porque a veces se te olvida.

—¡Eres un imbécil!

—Sí, soy todo lo que quieras, soy el peor de todos.

—¡Jamás he descuidado a Noah! —me levanté de un salto y me acerqué a él—. Solo necesito que me apoyes, que estés para mí en las situaciones difíciles.

Con Ella [COMPLETO LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora