El primer mes fue un caos.
No nos toleramos, nos gritamos cada vez que estamos en desacuerdo. El último viernes del mes quebré otro vidrio, pero esta vez no fue mi culpa. Él afecta profundamente mi sistema nervioso, y éste simplemente responde de mala manera, pero responde lanzando objetos.
"Maldita sea, Livy, gastaremos nuestro sueldo reponiendo ventanas rotas"
Ese fue el primer mes.
El segundo comenzó un poco mejor. Seguíamos discutiendo, pero al menos los objetos permanecían en su lugar.
Ahora íbamos por la mitad del segundo mes y no podía negar que éramos un equipo de trabajo muy bueno. Yo tenía los contactos, conocía a los peces gordos y Maximilian daba la última estocada en los negocios. Poseía las ganas y la frescura que Alastair jamás ha tenido y nuestros clientes quedaban más que conformes.
Los números estaban subiendo y aquello fue la única razón que mantenía a Alastair tranquilo. Me seguía llamando para que le diera un informe pormenorizado de las acciones de su hijo. "No se preocupe señor, que su hijo lo está haciendo bien, ¡Es todo un campeón de los negocios! Lo más bonito es la manera en la que menea el culo cuando abandona mi oficina" Por supuesto que aquello último no se lo decía, pero lo pensaba a menudo.
Ahora estaba en su oficina.
Él presidía una reunión de negocios importante. Era una empresa de prestigio que ofrecía material de poca calidad a un costo tremendamente alto que jamás nos ha beneficiado, pero Alastair no obedecía a la lógica.
Maximilian estaba a punto de rechazar la oferta para extender por unos cuantos años más el vínculo con Henderson y asociados.
—¿Es una broma? —Replicó uno de ellos. Maximilian se levantó y apoyó las dos manos en la mesa.
—No. No queremos renovar el contrato que tenemos con ustedes.
—¿Tu padre sabe esto? —La sonrisa desapareció. Si algo le molestaba a mi jefe momentáneo era que no tomaran en serio sus decisiones.
—¿Ve a mi padre en esta oficina?
—Por supuesto que no.
—Las decisiones las tomo yo. No estamos contentos con la calidad de sus materiales, la calidad es misérrima y el costo es irrisorio.
—Alastair...
—A ver —Maximilian lo interrumpió—, ¿Cómo se lo explico, señor Anderson? —Deslizó las manos en los bolsillos del pantalón y como un reflejó mis ojos se fueron directo al culo. "Que bonito, por dios"—. Yo, Maximilian Henderson no estoy interesado en seguir trabajando con ustedes. Me interesa la calidad de mis edificios, quiero recuperar la calidad que perdió con sus materiales, ¿Me entiende? —Los tres hombres se levantaron, Anderson me miró.
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Con Ella [COMPLETO LIBRO 1]
Romance¿Del odio al amor? ¡Hay un estúpido cupido! Olivia Sinclair tiene una vida tranquila, sin muchas pretensiones más que ayudar a su familia económicamente. El único problema con el cuál debe...