Capítulo 19: Anuncios que vuelven a romper corazones.

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—Relájate

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—Relájate.

—No puedo, Liv —lanzó el lápiz sobre las hojas que estaban en su escritorio. Max estaba con un humor de perros que casi nadie lo aguantaba. Mañana era la junta y debíamos presentar un balance general del estado financiero de la inmobiliaria. Todo iba de maravillas, por cierto, pero Max era demasiado inseguro.

—Solo debes ser organizado. La reunión comienza a las diez de la mañana, ya tenemos toda la documentación en nuestras manos y solo debo imprimir el balance de Jhonson que ya está en la casilla de mi correo. Nada saldrá mal.

—Esta noche me quedaré aquí, quiero repasar esos documentos una y mil veces —hizo sonar los huesos de la mano y ¡Ay! Odiaba que hiciera eso.

—Me quedaré contigo solo si dejas de hacer eso —Max separó las manos automáticamente y sonrió como si viera la luz al final del túnel. Se levantó de un salto.

—Iré por nuestra cena.

—Una gran cena —dije lanzando mis zapatos hacia cualquier lugar mientras él salía de su oficina. Me acerqué a su escritorio, me senté en su silla y comencé a trabajar, pero la fotografía que había justo al lado del computador me distraía. Y mucho. Suponía que estaba ahí a modo de ánimo, puesto que cada vez que una guerra se viera complicada solo acudiría a la imagen de su novia para continuar, como me sucedía con Jo y Kyle.

La fotografía era en tonos sepia, Max miraba enamorado a Maya y ella reía abiertamente. Formaban una pareja hermosa, pensé resentida, estuve tentada de pintarle con plumón negro un diente a ella, me chocaba tanta perfección en esa mujer.

—¿Y te sigues preguntando qué le ve, Livy? —me pregunté con pesar—. Físicamente es perfecta, ese tono de piel no debería estar permitido. Y yo tan paliducha —miré hacia arriba—, no eres justo. Pelirroja, pálida y con pecas. Te ensañaste —bufé.

Resignada me obligué a enviarle un mensaje a Jo para que avisara en casa que esta noche no llegaría y luego me concentré en las planillas desplegadas en el computador de Max. Era tan ordenado que me frustraba, las pestañas en mi computador eran aleatorias. Estaba la plataforma de la empresa, luego Spotify, que la lista de reproducir dependía del día de la semana, luego escogía un actor o modelo en Pinterest y lo miraba durante varios segundos o buscaba lugares paradisiacos y me imaginaba en aquel lugar. Lo más probables es que después encontrara alguna planilla de Exel, y luego, mi perfil en Facebook.

Maximilian No.

¡Qué aburrido!

Solo pestañas referentes a la empresa.

Abrí Spotify y en su cuenta cree una lista con mi música. La titulé "Liv Supremacy"

—...pienso en ti día y noche y no sé cómo olvidarte... gajatdavstbubua...—qué trabalenguas era lo que seguía. Que alguien le diga a Shakira que nadie entiende lo que viene. Busqué la letra y leí—...ojerosa, flaca, fea desgreñada, torpe, tonta... —en un impulso me levanté e imaginé a Maya y canté con el alma—...lenta, necia, desquiciada, completamente descontrolada, tú te das cuenta y no me dices nada. Se me ha vuelto la cabeza un nido donde solamente tú tienes asilo, y no me escuchas lo que te digo, mira bien lo que vas a hacer conmigo.... —cuando me giré vi a Max parado bajo el umbral de la puerta de su oficina mientras me miraba riendo—. ¡Diablos Maximilian! —exclamé avergonzada.

Con Ella [COMPLETO LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora