Capítulo 37: Confesiones y cosas

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Llegar a Escocia fue algo más tranquilo que la vez anterior cuando aterricé en Grecia

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Llegar a Escocia fue algo más tranquilo que la vez anterior cuando aterricé en Grecia. Mi corazón estaba bajo una protección mucho más eficaz, y no me sentía rota.

La persona que me destrozó estaba junto a mí, sí, era verdad, pero ya no me sentía a merced de él.

Todavía requería tiempo para sanar completamente mi corazón, Max seguía siendo un tema pendiente, pero hoy estaba mucho mejor que cómo me dejó él aquella vez.

Desde el aeropuerto nos fuimos directamente al hotel, nuestras habitaciones estaban una frente de la otra y no me preocupó en lo absoluto porque lo único que quería era dormir un par de horas y descansar.

Destinaría parte del sábado a realizar mis deberes para la universidad y luego me interiorizaría en las dos cuentas, no quería que el día lunes me pillara desprevenida.

Después de dormir durante ocho horas seguidas hice una vídeo llamada con mi familia y todos se alegraron que estuviera bien. Evidentemente no vi a Joanne, pero pregunté por ella y la mirada nerviosa de mamá me preocupó. Solo dijo que ella no estaba, pero me pareció extraño, ya que allá pasaban de las diez de la noche y mi hermana no acostumbraba salir.

El domingo terminé mis deberes y luego quise aprovechar de conocer un poquito, no podía ser todo trabajos y estudios. Fui por mi abrigo negro y mi bufanda y gorrito de lana rojos que mamá me había regalado y me preparé para salir.

Aunque cuando abrí la puerta, me hubiese gustado hacerlo un minuto más tarde. Una mujer despampanante salía de la habitación de Max acomodándose el abrigo mientras los dos reían.

«¡Eres una estúpida, Livy!»

Pero es que nunca pensé que él daría vuelta la hoja tan rápido después de la relación con Maya, sin embargo, se veía feliz con la mujer. Como si nunca hubiese sufrido un desengaño amoroso tan desgarrador.

La mujer le dio un beso en la mejilla y salió por el corredor directo hacia los elevadores, y Max iba a cerrar la puerta, pero antes me vio de pie bajo el umbral de la puerta y borró la sonrisa inmediatamente.

Volví tras mis pasos y él se apresuró en llegar junto a mí.

—¡Liv! —me rasqué la nariz y antes de cerrar la puerta lo miré—. No es lo que tú crees —alcé una ceja y comencé a negar.

—No tienes que darme explicaciones.

—No —confirmó y apoyó la palma sobre la puerta de mi habitación para que no la cerrara—, pero quiero hacerlo.

—Solo somos compañeros de trabajo, Maximilian —él se mordió el labio y asintió—. Tu vida personal no me importa, puedes hacer lo que quieras —quise creer que sus ojos se llenaban de incertidumbre, porque realmente parecía afectado, pero ya no me podía preocupar de sus conflictos internos.

Con Ella [COMPLETO LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora