Capítulo 27: ¿Estás preparada? ¡Nací lista!

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Las siguientes dos semanas después de la visita de Maximilian fueron un caos, bueno, tampoco es para tanto

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Las siguientes dos semanas después de la visita de Maximilian fueron un caos, bueno, tampoco es para tanto. No me podía quejar, es decir, estaba trabajando en Grecia entre comodidades y una isla hermosa, pero si me agotó. No lo podía negar.

La maleta que empaqué no volvió a Nueva York, no solita al menos, tuve que comprar tres maletas más y debí cancelar el exceso de equipaje, pero no me importó porque le llevaba regalos a todo el mundo. ¡A todos!

Santino me dejó en el aeropuerto y me prometió que nos veríamos pronto y que estaría pendiente de mí. Nuestra amistad ya era un hecho más que consumado.

Santino Lombardo era un amigo muy especial.

Cuando llegué al John F. Kennedy papá y Joanne me estaban esperando y no se hizo esperar el abrazo, incluso con Jo brincamos del gusto de tenernos cerca otra vez. Por supuesto que cuando llegué a casa estaba toda la familia y casi era una segunda Navidad por tantos regalos que tenía para dar.

Me sentía feliz de volver, no podía estar en mejores manos que en las de mi familia.

Esa noche Joanne y yo dormimos juntas, como cuando éramos pequeñas.

—¿Cuándo hablaste con Max? —le pregunté después de aguantarme durante todo el día. La muy descarada sonrió.

—Fue a la universidad e hice que me esperara durante tres clases —abrí los ojos y luego solté una carcajada que tuve que silenciar, puesto que el resto de la familia ya dormía.

—¿En serio?

—Sí, y me esperó.

—¿Qué quería?

—Hablar de ti, claro.

—¡Dime qué te dijo! —exclamé en un susurro urgente.

—Me parece que a ese hombre realmente le importas, Livy.

—¿Por qué lo dices?

—Porque se quería asegurar que estabas bien, que nosotros estábamos bien —sonreí—. Quiere ver a Astra —entornó la mirada—, me parece que nuestra sobrina hizo lo que tú no pudiste.

—¿Qué?

—¡Enamorar al bastardo! —me reí por lo bajo.

—Sí, fue amor a primera vista.

—Mencionó que él estaba dispuesto a ayudarnos en lo que hiciera falta, incluso me recomendó un especialista para tratar la enfermedad de papá.

—¿En serio? —pregunté con emoción.

—Ese hombre te quiere —me miró con pesar—, tal vez no de la manera que tu corazón espera, pero es una buena persona.

—Nunca debí estropear nuestra amistad enamorándome de él —murmuré.

Con Ella [COMPLETO LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora