Capítulo 45: Liv, Max y un nuevo integrante en la familia

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El bonito Beagle recorría la sala olfateando todo a su paso

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El bonito Beagle recorría la sala olfateando todo a su paso. Era un adorable cachorro de cinco meses, con la panza y el lomo blanco, unas manchas negras recorrían su columna y la cola. La carita, las orejas y el hocico era una bonita mezcla de café y blanco. Jugaba con una pequeña pelota roja, acababa de comer así que suponía que pronto haría uso de la terraza. Abrí el ventanal y el cachorro enloquecido comenzó a oler terreno inexplorado.

Esperaba que a Max le gustara la sorpresa. Sonreí al ver al cachorro recorrer cada centímetro de la terraza mientras inclinaba las patas traseras para hacer pis. Era un perro adorable y mi selección la basé en Astra también, sabía que ella iba a enloquecer cuando lo viera.

Cuando la puerta se abrió el cachorro inmediatamente se giró y comenzó a ladrar al intruso, quien me miró arqueando una ceja para luego volver a mirar al perro.

—¿Qué es esto? —preguntó Max intrigado.

—Un perro —me miró divertido mientras cerraba la puerta. Se agachó para acariciar la bonita cabeza del beagle.

—¿Es un regalo para Astra? —lo tomó en brazos e inmediatamente el cachorro comenzó a lamerle la cara—. ¿Qué ocurre, campeón? —murmuró sonriendo al perro.

—Estoy segura que Astra se volverá loca cuando lo vea, pero no es para ella —Max acariciaba al perro en la panza. Estaba ocurriendo algo similar al flechazo con la misma Astra, tanto el cachorro como Max estaban fascinados el uno con el otro. Sonreí—. Es tuyo —me miró sorprendido y yo no pude evitarlo, reí y lo contagié.

—¿Mío?

—No podía pasar por alto uno de tus sueños —me encogí de hombros. Max dejó de reír y su mirada me traspasó. No había nada en el mundo que yo pudiera negar a ese hombre cuando me miraba así, todo dejaba de existir. Los problemas, el hambre, la enfermedad, todo. Estaba tan enamorada de su escasa sonrisa. Y su mirada, aquella que me envolvía justo ahora, era la razón más bonita de perderse. Tan transparente y honesta e impregnada de un amor tan original como el mío. Mi vida y mi corazón estaban en sus manos.

Dejó al perro en el suelo y se acercó para envolverme en sus brazos, pude ver mi vida en sus ojos emocionados.

—¿Ya tiene nombre? —preguntó de manera tímida. Negué.

—No, tú debes encontrar uno.

—Pues ya tiene nombre.

—¿Ah sí?

—Sí, Liv —me soltó y volvió a cargar al cachorro—. Te llamarás Miv —dijo dirigiéndose al perro.

—¿Miv? —pregunté confundida, porque era un nombre muy extraño.

—Como tú y yo, es una mezcla de nuestros nombres. Max, Liv —se encogió de hombros—. Miv —sonreí enternecida.

—Entonces, ¿seré la mamá de Miv?

Con Ella [COMPLETO LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora