El viernes me llamó seis veces, el sábado tres y el domingo solo rechacé una llamada.
"Estás siendo un poquito infantil, Livy"
Claro que estaba siendo infantil, pero si el muy idiota me hubiese mencionado que tenía novia yo no me habría ilusionado tanto.
No quería hablar con él, pero debía ser profesional. Al menos eso pensaba mientras salía del elevador el lunes una hora antes de lo habitual. Necesitaba recomponer la hora del viernes.
Como era de suponer, nadie había llegado y me fui directo a la oficina de Maximilian para ordenar los archivos y seleccionarlos como correspondía. Quería poner un poco de distancia, necesitaba hacerlo antes de que mis sentimientos tuvieran vida propia.
¡Estúpido cupido!
Mi corazón ya se había roto en el pasado, y no quería volver a sufrir.
Lo mejor era hacer como si nada hubiese ocurrido.
Decirle alguna mentirilla piadosa y continuar como si nada hubiese ocurrido el viernes.
Después de media hora, cuando cada carpeta tenía el nombre correspondiente en el computador de Max me levanté. Necesitaba un café con urgencia. Quería ver la agenda para programar el día y...
—Señorita Sinclair —Mi rodilla chocó con el mueble debido al brinco que di del susto cuando la puerta se abrió dando paso a un hombre oculto por un enorme ramo de rosas.
—Tienes que buscar una manera de dejar de espantar a las personas cuando entras en las oficinas, Maximilian —Él apartó el ramo y sonrió.
—Lo tendré en cuenta —Se acercó y yo arqueé una ceja—. Alguien me dijo que las flores no solo adornan habitaciones, salas, recepciones y un gran etcétera, sino que también son las responsables de sonrisas —Fruncí la boca y él volvió a sonreír—. No sé qué ocurrió el viernes para que te enojaras conmigo, pero lo puedo solucionar —Fruncí la boca—. Lo prometo, Liv —Bufé y cerré los ojos por unos segundos. Cuando me convencí de que lo mejor era actuar como si nada hubiese pasado, los volví a abrir solo para encontrarme con su encantadora sonrisa.
—No pasa nada, Max —Murmuré—. No estoy molesta contigo.
—¿Ah no? —Ironizó—. Solo me llamaste maldito mentiroso porque fue uno de tus arranques de amabilidad.
—No —Respondí—. Estaba nerviosa y me descargué contigo —Lo miré—. Lo siento.
—¿Por qué estabas nerviosa? —"¿Qué vas a inventar ahora? ¡Piensa, piensa, piensa"
—Acepté una invitación a cenar y después me arrepentí un poquito.
—¿Una cena de amigas?
—No —"¿No? ¿Con quién, Livy? ¡Piensa, piensa, piensa!"
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Con Ella [COMPLETO LIBRO 1]
Romance¿Del odio al amor? ¡Hay un estúpido cupido! Olivia Sinclair tiene una vida tranquila, sin muchas pretensiones más que ayudar a su familia económicamente. El único problema con el cuál debe...