Capítulo 24: El corazón roto se queda en Nueva York

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Durante todo el sábado Max intentó contactarse conmigo a través de llamadas, mensajes y correos electrónicos, los cuales jamás contesté

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Durante todo el sábado Max intentó contactarse conmigo a través de llamadas, mensajes y correos electrónicos, los cuales jamás contesté. Incluso se atrevió a ir hasta mi casa, fue un completo alivio que ese fin de semana Amelia y su marido decidieran llevarse a la familia a la playa.

Jo se quedó y escuchó el escándalo que él hizo y mi hermana menor me abrazó mientras yo lloraba. Recordaba aquel momento con un nudo horrible en el estómago que no me abandonó desde el cumpleaños de Maximilian.

—Él no se va a ir, Livy —me susurró Jo. La miré aterrada.

—No puedo hablar con él ahora —le dije en un susurro desesperado. Mi hermana me dio un cálido beso en la frente.

—Lo sé, quédate aquí que no dejaré que él entre —me sequé las lágrimas y me dispuse a hacer lo que mi hermana me pidió. Me guiñó un ojo y luego abrió la puerta—. ¿Me podría decir la razón de semejante escándalo? —estaba segura que la dura voz de Jo había avergonzado a Max—. Pero bueno, ¿ahora se va a quedar callado?

—Eres idéntica a Olivia —lo escuché decir con la voz rota e impactada.

—Es mi hermana —repuso ella con obviedad—. ¿Es a ella a quién busca con tanta urgencia?

—Sí —murmuró con premura—. Lamento la insistencia, pero debo hablar con ella. Soy Max Henderson, un amigo.

—Ella no está, salió muy temprano esta mañana con otro amigo y aún no vuelve —miré ceñuda la espalda de Jo—. Es probable que no regrese.

—¿Está con Alec? —la voz quebrada de Max me llegó al corazón.

—No lo sé.

—Ella no ha contestado mis mensajes...

—Imagino que debe estar ocupada.

—Claro —Max se tardó en contestar y después de un rato carraspeó—. ¿Podría dejar un recado para ella? —vi que Jo asentía—. Dile, por favor, que no dejaré de insistir. Me tiene que escuchar...

—Si ella no te quiere escuchar será por algo. Olivia no es una persona paciente y tengo entendido que ya la has cagado muchas veces.

—Lo sé, pero ahora es diferente —repuso él desesperado.

—¿Por qué?

—No te daré a ti las explicaciones que solamente tu hermana tiene derecho a saber. Simplemente dile que no la dejaré en paz hasta que me escuche —cinco segundos después Jo cerró la puerta y me miró alzando las cejas.

—Guapo —resoplé y luego reí mientras me secaba las lágrimas—. No va a desistir, creo que eso nos quedó claro —asentí.

—Ven, sentémonos aquí —ambas nos dirigimos hasta la acogedora sala de nuestra humilde casa, nos sentamos en el amplio sillón mullido de papá—. Sabes que jamás dejaría que te ocurriera algo malo, ¿verdad, cariño?

Con Ella [COMPLETO LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora