El primer día fue una tortura. Una locura.
Le lancé la engrapadora directo al sitio donde se inicia la vida, pero el idiota tenía buenos reflejos y la engrapadora se estrelló con uno de los ventanales. Es importante aclarar que la gente de mantención reemplazó el vidrio. Y el inoperante me hizo firmar un documento en el cual autorizaba que se descontara de mi liquidación de sueldo a fin de mes.
Y esos vidrios eran tan costosos.
Dios, esto no estaba funcionando.
Él tiene muchas ideas que quiere incorporar de una vez, como si eso fuera posible solo con chasquear los dedos. Son ideas buenas, eso se lo concedo. Sin embargo, son viables para un desarrollo a largo plazo.
Seamos transparentes, Alastair es un dictador terrible que pretende montar edificios en terrenos sin importar como se lleve a cabo el trabajo. No es un jefe preocupado por sus trabajadores, no le importa el camino, siempre y cuando el objetivo sea alcanzado. Muchas veces me vi envuelta en las reuniones con los trabajadores pidiendo un sinfín de demandas que consideraba justas y necesarias, pero el tarado de Alastair tenía la última palabra.
Maximilian quería cambiar aquello. Pero todos esos cambios no podían llevarse a cabo en cincuenta minutos.
—Hay que solicitar una junta con los inversionistas, con los arquitectos y con los jefes de cada construcción —Expliqué por tercera vez.
—Hágalo. Envíe un correo solicitando la presencia de todas esas personas en la tarde. —Bufé.
—Es imposible —Alzó una ceja.
—¿Por qué?
—Esas reuniones deben ser programadas, al menos, con dos semanas de anticipación.
—¿Por qué?
—Para una organización, ¿Conoce la palabra, señor? —Entornó la mirada.
—Bien, envíe un correo para una reunión dentro de una semana. Asistencia obligatoria —Él se levantó y me miró frunciendo el ceño—. Ni un día más, me urge hacer una restauración de las nuevas políticas de la inmobiliaria.
—¿Sabe que esas nuevas políticas se irán al garete cuando vuelva su padre, señor?
—No me importa. Mientras yo esté al mando las cosas se harán a mi modo, ¿Entendido? —Me encogí de hombros mientras asentía. Ese no era mi problema, ellos dos después se podían matar.
Durante la tarde envié una infinidad de correos electrónicos citando a un montón de personas para una reunión extraprogramática para la semana siguiente.
Luego, comencé a archivar una serie de documentos que el palurdo de Maximilian me solicitó para estudiarlos más tarde.
—Livy —Me giré y en cuanto lo vi sonreí. Ryan Walker es un compañero de trabajo, nuestras oficinas colindan y hemos entablado una sana amistad desde que él llegó. Él es contador y en varias ocasiones me ayudó con los números. Gracias al Dios de la tecnología que inventó los programas que resuelven problemas llenando casillas numéricas que simplifican mi vida. Los números no son mi fortaleza—. ¿Tienes un minuto?
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Con Ella [COMPLETO LIBRO 1]
Romance¿Del odio al amor? ¡Hay un estúpido cupido! Olivia Sinclair tiene una vida tranquila, sin muchas pretensiones más que ayudar a su familia económicamente. El único problema con el cuál debe...