Capítulo 46: ¡No quedes en blanco, Livy! ¡Piensa en algo! ¡Piensa en algo!

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Cuando caminé hacia la sala fruncí el ceño al ver a Max sentado en el sillón solo con los pantalones del pijama

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Cuando caminé hacia la sala fruncí el ceño al ver a Max sentado en el sillón solo con los pantalones del pijama. Alcé una ceja, no era una locura, yo traía puesta la otra parte de su pijama, que me quedaba extremadamente grande. Uno de mis hombros quedaba descubierto.

—Estoy esperando, Liv —sonrió él.

—¡No! —reí—. Será una sorpresa.

—Sorpréndeme.

—Pero no así —cerré los ojos y coloqué la mano en mi cintura y lo miré con obviedad—. Nunca debí decir eso.

—Pero lo dijiste —lo señalé.

—En un contexto en el cual no suelo ser coherente —Max apoyó el codo en el brazo del sillón, divertido.

—Desde que lo mencionaste, no he dejado de pensar en ello.

—Pues, bórralo de tu mente. ¡No bailaré sin ensayar! —Max soltó una de esas carcajadas que no solía largar en público. De esas que eran solo para mí.

—No necesitas ensayar, tú mueves las caderas mejor que Shakira —alcé una ceja tan divertida como él.

—No lo sé... —bufó y yo sonreí. Moví los hombros y caminé lentamente hacia el equipo de música, busqué la canción y por los parlantes comenzó a reproducirse you can leave your hat on. Tampoco necesitaba mucha persuasión para bailar. Lo miré por encima del hombro y él estaba concentrado en mí.

«Podemos hacer esto, Livy»

«¿Lo dejamos sin aliento?»

«Lodejamossinaliento es nuestro segundo nombre, Olivia Lodejamossinaliento»

Comencé a mover las caderas al ritmo de la música, de manera lenta y sensual. Max se mordió el dedo, sin perderse detalle. Cogí la corbata que usó ayer, que quedó abandonada en el respaldo del sillón, porque anoche llegamos demasiado ansiosos.

Me mordí el labio y de un salto me subí el sillón en el que estaba él, meneando las caderas mientras él sonreía y alzaba una ceja. Poco a poco comencé bajar, y cuando él posó una mano sobre mi pierna, le asesté un golpe con la corbata.

Me bajé del sillón y me senté en la mesita de centro mientras movía mis hombros y su pijama poco a poco se deslizaba. Max se incorporó y apoyó los codos sobre sus rodillas para no perderse detalle.

Cuando solté el moño, mi cabello cayó sobre mi espalda como una bonita cascada. Me levanté y me acerqué a él meneando el culo. Él también tenía una obsesión con esa parte de mi anatomía. Éramos tal para cual.

Apoyé mis manos sobre sus rodillas mientras bajaba lentamente, hasta deslizar mi nariz por la suya y apartarme justo cuando él me iba a besar.

—Dios, Liv... —rio.

Con Ella [COMPLETO LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora