35. Camino a una nueva vida

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Hacía ya un par de días de la visita del capitán Yun y su compañero. Las cosas parecían más calmadas en la manada pero aún se estaban haciendo batidas, con ayuda de la policía, esta vez, para asegurarse de que el bosque era seguro, para los lobos, primeramente, y para los turistas también. Además, aunque no era fácil, intentaban buscar pruebas para descubrir a los culpables. Ese caluroso día, NamJoon estaba supervisando una de esas batidas mientras el resto de la aldea se esforzaba en mantener la rutina.

YoonGi había conseguido reparar un par de muebles esa mañana y había comenzado a restaurar un reloj antiguo después de comer. No pasó demasiado tiempo hasta que decidió que continuaría al día siguiente. Hacía demasiado calor ese día. Cogió una bebida fría y se sentó en las escaleras de la entrada a la sombra del porche. Nunca había sido bueno con el calor y ahora sabía por qué. Su pelaje como lobo ártico era suave, pero tremendamente denso. Abrasador en días como ese. Por eso no tomaba su forma de lobo muy seguido en esos días que se estaban presentando irracionalmente calurosos para esa época del año. Jin solía decirle que podía tranquilamente quitarse la parte superior del durumagi y dejarla colgando del cinturón, pero a YoonGi no le gustaba la idea de mostrar tanta piel. Aún no se acostumbraba del todo a que los lobos no tuvieran reparos para quedarse desnudos delante de todos. YoonGi se sentía mucho más recatado en ese sentido. Además, su piel era muy blanca y se quemaba con facilidad, así que, incluso en verano, usaba ropa ligera pero siempre de manga larga. Aquello era tremendamente agradable. No le extrañaba que se hubiera acostumbrado fácilmente a la vida en Bukhansan. Se sentía en casa.

- ¡Vamos niños, a merendar! - TaeHyung y JungKook llegaron con algunos cachorros que entraron rápidamente en la casa grande. - Hola, YoonGi. - Saludó TaeHyung.

- ¿Cómo fue el paseo? - Saludó de vuelta.

- Muy agradable. - Sonrió entrando tras los pequeños. JungKook, sin embargo, se quedó fuera y se sentó al otro lado del porche.

- ¿Qué bebes, hyung? - Le preguntó.

- Soju. - Respondió YoonGi. JungKook le miró extrañado.

- ¿NamJoon deja beber alcohol a los omegas a los que aún no ha preñado? - YoonGi sintió un escalofrío. Aún le costaba aceptar que pudiera quedar embarazado. Toda su vida eso había sido sencillamente imposible. Algo implanteable. Se repuso antes de responder.

- ¿Por qué habría de impedírmelo? - Comentó YoonGi. Él era tan adulto como NamJoon, de hecho era un año mayor que él, ¿cómo iba a impedirle beber alcohol? JungKook se encogió de hombros.

- Tengo entendido que, no sólo mi padre sino también otros alfas, no dejan que sus omegas beban alcohol porque eso podría afectar al desarrollo de los bebés.

- Yo no espero ningún bebé, JungKook. - Aseguró férreamente.

- Aún así, sólo los omegas varones que han quedado preñados una vez, y ya no pueden embarazarse, toman alcohol en mi manada. Las mujeres omegas no tienen permitido tomarlo nunca, por ejemplo. - Explicó. - Es como si siempre estuvieran esperando estar en estado.

- Ya... bueno, no es mi caso. Si yo creyese que pudiera estar embarazado... - Esas palabras aún le sonaban profundamente extrañas. - ...no bebería. - Acabó diciendo.

- ¿Y yo? ¿Puedo beber? - Le preguntó curioso. JungKook tenía siempre mucha curiosidad por hacer cosas de adultos.

- No veo por qué no. - Dijo tendiéndole su botella de soju. Sorprendido por su respuesta, JungKook la cogió espectante y algo nervioso.

- Deja eso donde estaba. - Resonó la voz amable de NamJoon. - Los cachorros no tienen permitido beber. - Una mirada de decepción se instaló en el rostró del joven lobo gris y le devolvió la botella a YoonGi.

La Manada [BTS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora