Prólogo. En la profundidad del bosque

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Los rayos del astro rey se filtraban por las copas de los árboles y bañaban el bosque. Las cabañas de madera se desperdigaban sin simetría alguna camufladas entre los grandes troncos. Como si siempre hubieran estado allí, casi parecían hechas por la propia naturaleza y no artificialmente. Los lobos convivían con el bosque porque conocían la importancia de su hogar. Les daba cobijo, les alimentaba y les protegía.

A un lado del claro, que actuaba como plaza o lugar de reunión de la manada, estaba la cabaña más grande. La cabaña del alfa. En el porche, un gran lobo negro está recostado tomando el sol mientras contempla a los suyos. Hombres y mujeres, todos ellos betas, viven en paz bajo el cuidado de su alfa. Por joven que sea, todos confían en él, pues saben que es fuerte e inteligente. Los grandes ojos del alfa se mueven tranquilos de un lado a otro. Algunos betas trabajan, otros descansan y charlan alrededor en su forma humana o de lobo. Y los cachorros...

- Grrr. - El gran alfa gruñó, más de sorpresa que de dolor, cuando algo se estrelló sobre su cabeza. Se levantó sobre sus grandes patas para mirar alternativamente a los dueños del ataque y a la pelota que aún rodaba después de rebotar contra él. - ¡YeonJun! ¡Tened más cuidado! - Le regañó a uno de los cachorros y a sus amigos, quienes estaban petrificados al oír su instintivo gruñido. Un hermoso muchacho salió de la cabaña al oír también el gruñido del alfa.

- Lo siento, papá. - Dijo el pequeño YeonJum para, justo después, salir corriendo a recoger la pelota para seguir jugando. El joven hermoso, que había salido de la cabaña principal, así como muchos otros betas que estaban cerca, no podían aguantar la risa por la escena.

- ¿Y tú de qué te ríes? - Le preguntó a su omega mientras se volvía a recostar y se frotaba la cabeza con la pata.

- Kim NamJoon, el gran alfa negro del bosque al norte del río Han, siendo atacado por unos cachorros y su pelota. - Declaró divertido. - Tu gruñido me asustó hasta a mí. Creí que ocurría algo malo.

- Eso es porque tu cachorro es un trasto.

- Hablas como si no fuera tu cachorro también. - Rió Jin sentándose en el banco del porche y acariciando el lomo de su alfa.

- ¿Todo bien, NamJoon? - Asomó HoSeok la cabeza por la puerta de la cabaña.

- Todo bien, Hobi. - Pronunció sin dar detalles.

- Los cachorros lo atacaron con una pelota. - Siguió burlándose Jin.

- Oh, vaya. Luego regañaré a SooBin.

- SooBin no estaba entre ellos. - Aseguró el alfa.

- ¿Entonces dónde está? - Preguntó un poco preocupado. Al fin y al cabo, su cachorro sólo tenía dos años.

- Estará dormitando por ahí. El cachorrito es perezoso. - Comentó Jin más despreocupado. HoSeok ya estaba mirando alrededor por todos lados.

- ¿Cómo podéis ser así? Es muy pequeño.

- SooBin es más independiente a los dos años que JiMin o TaeHyung a día de hoy. - Le recordó el alfa divertido. En cierta forma era normal, SooBin sería un alfa cuando alcanzase la edad adulta y, por tanto, el próximo líder de la manada.

- Pudo haberle pasado algo. Los humanos se acercan cada vez más a nuestros terrenos. - HoSeok era muy sobreprotector con los suyos, sobretodo con su pequeño. La verdad, nadie podía culparle por ello. Tenía sus motivos para temer a los humanos.

- No puede haber ido muy lejos. - Intentó calmarlo el alfa.

- Kim NamJoon, ve a buscar a tu hijo ahora mismo. - Le ordenó. Para ser un omega, Jung HoSeok no era de los que se achantaban con facilidad. Aunque Jin tampoco lo era. Más de una vez, a NamJoon le habían dicho que, para ser tan joven, tenía omegas demasiado fuertes de espíritu. Sin embargo, en su harén nunca había tenido problemas de autoridad. El alfa se levantó despacio con un suspiro. - Ya sé de donde sacó SooBin esa pereza suya. - Comentó HoSeok.

La Manada [BTS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora