40. Salado

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Los primeros rayos del Sol entraban amablemente por la ventana. Era realmente temprano, la manada ni siquiera se habría levantado aún. Incluso antes de abrir los ojos se sentía cálido y protegido, pero cuando le vio, aunque un poco sorprendido, sonrió. El gran alfa con su brillante pelaje azabache estaba delicadamente recostado sobre él, sin apoyar su peso en el omega. Era un abrigo, no sólo del frío que la desnudez pudiera darle, sino un abrigo del alma. Sin poder evitarlo, casi inconscientemente en su despertar, abrazó el cuerpo del enorme animal. NamJoon abrió los ojos perezoso.

- ¿Cómo te encuentras? - Fue lo primero que preguntó.

- Tu pelaje es tan mullido. - Dijo en un murmullo apacible.

- El de un lobo de las nieves como tú es aún más largo.

- Eres tan calentito. - Añadió apretándose más contra él.

- ¿Tienes frío? - Habló el alfa con suavidad. Debía asegurarse de que su temperatura era la correcta. YoonGi negó. - Estoy bien. - Susurró. El gran alfa negro se quedó junto a él, quieto, dejándole disfrutar de su calor. - Estoy muy bien. - En realidad, nunca se había sentido mejor. Nunca tan seguro. Jamás había podido sentir antes que formara parte de algo y ahora el lazo que le unía a NamJoon le daba un hogar, un lugar al que pertenecer. Finalmente, el lugar donde siempre debería haber estado. Si antes de esa noche el amor ya les unía, ahora había algo más. Una sensación tan abrumadora como agradable que sentía como una liberación en el pecho. Entonces, ya un poco más despierto, recordó lo vivido la noche anterior. Yacer entre sus brazos, el sexo, el nudo, la marca... Se llevó la mano al cuello un poco temeroso al recordarlo. No sentía dolor pero, ¿cómo se vería? Ya había visto las marcas de sus compañeros, pero nunca una recién hecha.

- No la toquetees. - Le pidió el alfa para acto seguido levantar un poco su cabeza y dar un delicado lametón en su herida.

- Hace cosquillas. - Dijo YoonGi retorciéndose a la vez que reía.

- Cicatrizará antes con mi saliva. - Explicó el lobo mientras seguía con su dedicado trabajo. - No la toques mucho, no es común, pero podría infectarse.

- Quiero verla. - El omega se mostró quejicoso. Había un espejo en el baño de la habitación. NamJoon se transformó de nuevo y adoptó su forma humana.

- ¿Crees que puedes caminar? Yo te ayudo.

- Te he dicho que estoy bien. - Una vez que no tenía al abrumador lobo encima se incorporó despacio. De acuerdo, no iba a negar que había sido una noche intensa y que había forzado su cuerpo al no estar acostumbrado al tamaño del alfa por lo que se resentía de la espalda y tenía molestias en su parte trasera, pero no como para no poder caminar unos metros. Igualmente, NamJoon le tendió la mano, le ayudó a levantarse despacio y le sostuvo por la cintura hasta que sintiera sus piernas estables. Sólo le temblaron un poco, pero nada grave. Le ayudó a llegar hasta el espejo y vio las dentelladas rojas en su cuello.

- Ahora se ve muy hinchado, pero el enrojecimiento desaparecerá pronto. - Le aseguró el alfa para tranquilizarle al ver que parecía un poco conmocionado al ver la herida. El alfa le abrazó por la espalda mientras ayudaba a sostenerse a sus frágiles piernas y aprovechó para sentir la temperatura de su cuerpo, comprobar que su aroma era el correcto y seguir lamiendo su marca.

- No me preocupa eso. Pensaba en que se siente raro.

- ¿Raro? - Pronunció el alfa extrañado.

- El vínculo. Sé que está ahí. Lo noto como algo diferente dentro de mí pero... no sé cómo funciona. No sé que debo...

- No te preocupes. Es un proceso. No vas a entenderlo de la noche a la mañana. Irás experimentándolo poco a poco y con algo de tiempo y práctica podrás notar mis sentimientos como si fueran tuyos. - Declaró. - Aquí. - Dijo poniendo una mano sobre su pecho mientras ambos, abrazados y desnudos, se miraban en el espejo.

La Manada [BTS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora