¿Qué problema podría ser tan urgente como para que Jin le necesitara en ese momento? ¿Acaso no podían solucionarlo entre sus hermanos sin molestarle a él, que estaba notablemente ocupado?
- NamJoon, abre. - Llamó Jin al alfa aporreando la puerta una segunda vez - Necesito hablar contigo. Es importante. Por favor.
- No. - Se quejó.
- No seas infantil. - Le regañó su nuevo omega. - Ve a hablar con él. Te está diciendo que es importante.
- No. No quiero separarme de ti. - Le dijo a YoonGi mientras le abrazaba con fuerza y lamía su cuello.- Sabes que no te lo pediría si no fuera realmente urgente. - Aseguró Jin. La verdad, parecía preocupado. - Hay un problema grave.
Ambos omegas tenían razón. Jin no le habría molestado de no ser estrictamente necesario y su voz sonaba bastante alarmado, incluso se notaba que intentaba mantener la calma. Finalmente se levantó, aunque no pudo evitar que fuera a regañadientes. Incluso si se sentía intranquilo por la situación, el alfa no se sentía bien separándose de YoonGi en ese momento. Se dirigió a la puerta. YoonGi se tapó con un edredón y se hizo un gurruño calentito, gesto que resultó muy tierno para el alfa.
- ¿Qué sucede, Jin? - Dijo a través de la puerta. - ¿Le ha sucedido algo a alguien? - Sabía que debía ser importante, pero no por ello dejaba de estar bastante molesto. En ese momento el alfa abrió la puerta y como si fuera una fuerte ola del mar, el olor le golpeó brutalmente. Rápidamente se tapó la nariz y la boca con las manos cerro los ojos fuertemente. Casi no podía respirar. Su instinto de alfa sabía muy bien que clase de aroma era e incluso le mareaba. Se apoyó en la pared junto a la puerta intentando habituarse a la abrumadora sensación. Jin entró en la habitación y cerró detrás de él, pero se quedó cerca de la puerta intentando respetar la intimidad de YoonGi lo máximo posible. Al omega no parecía importarle, sin embargo. Sólo parecía extrañado y preocupado, pues el aroma por supuesto había llegado hasta él también.
- Toma esto. - Dijo Jin ofreciéndole una taza de té de acónito que había preparado sabiendo lo que ocurriría y que esa sería la mejor forma de calmar su instinto. - Está caliente. Bebe despacio.
- ¡Oh, dios mío! - Exclamó el omega. - ¿Qué es ese dolor tan fuerte? Pareciera... - YoonGi cayó de pronto en la cuenta. Ese olor sólo lo podía provenir de una cosa. - Es JungKook, ¿verdad?
Jin asintió con la cabeza. Por supuesto, estaba muy preocupado.
- Mierda. -Farfulló el alfa cogiendo el vaso que Jin le ofrecía intentando beber el contenido de un sorbo quemándose la lengua. - Tenía que ser justo ahora. - Estaba claro qué en su cabeza ya estaban planteándose todas las alternativas para solucionar el problema y las consecuencias de estas. Y ese fuerte olor ni siquiera le dejaba pensar con claridad. Miró a YoonGi pensativo. ¿Qué iba a hacer? Aún le quedaban dos días de celo a YoonGi pero JungKook pasaría por un momento muy difícil si esperaba. No se lo iba a entregar a otro alfa, para empezar era lo que ambos habían elegido ya estar juntos, nadie le daría a JungKook la libertad y el cariño que necesitaba y, además, era suyo. Ya lo sentía como suyo aunque aún no lo fuese. Algo rasgaba furiosamente en el interior del alfa ante el mero planteamiento de esa posibilidad. Pero, ¿qué haría con YoonGi? ¿Cómo podía explicarle algo así? No lo aceptaría. Después de todo el sufrimiento que había pasado para llegar hasta ese momento de su vida y ahora... ¿cómo lo haría? No podía dejarle solo.
- Tienes que ir con él ahora. Está sufriendo. - Le apresuró YoonGi muy inquieto, casi histérico. - Salió de entre las sábanas y se abalanzó hacia su alfa rogándole. - ¿A qué esperas? - YoonGi conocía muy bien la desagradable sensación de sentirse solo y desamparado durante el celo. No quería que JungKook pasase por ello también. - Debe estar muy asustado. - Expuso al borde de las lágrimas.
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La Manada [BTS]
FanfictionEn el bosque de Bukhansan, la manada de Kim NamJoon vive en armonía. Él cuida de betas, omegas y cachorros. Cada uno tiene su lugar y nada parece capaz de perturbar la paz de la manada. Pero un omega de ciudad, que no comprende nada de su propia na...