40. [ Extra 4 ] Recuerdos de la infancia

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Luo Yu nació una noche de primavera mientras llovía, de ahí su nombre. Era un saludable cachorro Alfa de cabellos negros ligeramente rizados y profundos ojos verdes. Para Shen Yuan fue una sorpresa que sus padres llegaran tan rápido, ni siquiera les molesto mojarse todo el camino o llegar solo con ropas de dormir y una manta sobre los hombros.

Luo Binghe no se movió del lado de su esposo y su cachorro durante toda la noche, Shen Yuan juraba que su esposo lloraba más que el bebé que tenía en brazos y que, efectivamente, no paró de llorar por un largo rato después de nacer. Al parecer ahora tendría que lidiar con dos máquinas de lágrimas. Por fin cuando logró calmar a su hijo fue turno de calmar a su esposo que también lloraba como un bebé.

Por otro lado, sus padres parecían muy emocionados. Su padre no paro de darle consejos y pudo ver la emoción en sus ojos cuando cargo a su nieto por primera vez, Shen QingQiu realmente parecía el tipo de abuela que iba a consentir a su nieto. No se equivocó cuando a la mañana siguiente su padre le entrego varias cosas que el mismo había tejido, algunos trajes bordados, mantas, zapatos de bebé e incluso algunos juguetes que seguro había comprado en el pueblo la última vez que bajo con sus hermanos a visitar a sus tías.

A la mañana siguiente, su padre y sus hermanos lo visitaron. Pensó que era extraño que su hijo y su hermano tuvieran casi la misma edad, pero quizás era algo bueno, al menos su hijo tendría varios amigos para jugar, como la pequeña Elsa (no importaba cuanto insistiera Avión que ese no era su nombre, él seguiría llamando a su sobrina Elsa) de Shang Qinghua (mientras Avión no insistiera en casar a sus hijos... Nadie saldría herido) y su pequeño hermano que tan solo un año de su vida parecía que sería un rayo de sol... y un imán de problemas. Solo había comenzado a dar sus primeros pasos y ya había hecho que las bestias de pelo corto de Qing Jing terminaran mareadas por tratar de seguir al pequeño cachorro que se escondía entre los bambú. Ahora cada vez que su pequeño hermano pisaba los bosques de bambú las pobres bestias de pelo corto corrían a esconderse.

El primer año fue relativamente tranquilo. Luo Binghe había insistido a su esposo que permanecieran en Qing Jing, era mucho más seguro para su pequeño hijo, claro, eso no evitaba que hicieran cortos viajes al reino demoníaco en los que a veces pasaban a algún pueblo de camino. Fue una tarde mientras Luo Binghe veía a su hijo jugar con la hija de Shang Qinghua, Shang LiXue, y Yue Ying en los jardines que estaban fuera de la casa de bambú cuando un recuerdo despertó en su mente.

En el pasado nunca había jugado con otros niños, al menos no hasta que fue parte de Cang Qiong y a veces usaban el tiempo libre para jugar en el claro del bosque junto a Shen Yuan y a veces Ning YingYing. Se recordaba a sí mismo siempre siendo intimidado por chicos mayores, de las casas en las que su madre trabajaba, golpeado y a veces llorando en esquinas, escondido para que su madre no lo viera. Recordaba la amable sonrisa de su madre quien lo consolaba en esos momentos.

- ¿Binghe? - escucho la voz de su esposo mientras veía a Luo Yu jugando con dos niños - ¿Qué ocurre? Estas muy distraído.

- A-Yuan... ¿Esta bien si pido algo a A-Yuan?

- Lo que tu quieras, esposo - respondió con una sonrisa.

A veces Shen Yuan se arrepentía por aceptar las peticiones de su esposo, en especial cuando se relacionaba a cierto libro de portada rosa brillante que había encontrado un par de veces oculto entre sus cosas que sabía por buena fuente era creación de su amiga... amiga que a veces aprovechaba las pocas veces que había bebido para conseguir material para sus novelas. Tenía que encontrar otros amigos, Avión y Liu MingYan eran malas influencias para él.

Pero... esa vez, la petición de su esposo... era algo que no dudaría en cumplir.

*

El viaje fue largo. Salieron de Cang Qiong temprano por la mañana, Luo Yu dormía en los brazos de su madre dentro del carruaje. Shen Yuan abrazaba a su cachorro, acariciando su cabello y tarareando la canción de cuna que conocía tan bien. Luo Binghe no podía evitar mirar a su esposo e hijo y sonreír enternecido. El cabello ligeramente rizado de su hijo de un año caía por su frente sobre sus párpados cerrados, sujetaba con sus pequeñas manos las ropas blancas y verde claro de su esposo. Era una escena tan hermosa como la que había visto el día en el que su bebé nació.

El hijo del villano escoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora