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— Ven aquí —Tomó la toalla y se sentó en el suelo. Importándole poco que se le ensuciara el jean que usaba en ese entonces.

Comenzó a secar de a poco el pelaje blanco del cachorro delante suyo. Omitiendo la parte de la herida de su pata dejando por último que se secara su pata sola al sacudirse.

Un sonido en particular lo hizo girar el rostro y perder total interés en lo que antes estaba haciendo. Se levantó del suelo quejándose por el dolor en la herida de su brazo, la cual seguía ardiendo. Al abrir la puerta del baño, Hero corrió lejos de el, empezando a olfatear el camino de regreso a las escaleras, empezando a sollozar por no poder por no poder subir sola sin tropezar.

Bang Chan se le quedó viendo por unos segundos hasta que volvió a oír la puerta sonar a varios pasos de él. Obligándolo a reaccionar y acercarse para poder ver de quien se trataba, poco más arrastrando los pies por el cansancio.

Cuando su mano tomó la manija de la puerta, un fuerte golpe contra su frente lo hizo retroceder.

La puerta se había abierto violentamente mientras que el peli naranja trataba de estabilizar su postura, con la respiración agitada y un leve dolor que se iba a expandiendo por todo el cráneo frontal.

— Maldita sea —Gruñó con ese dolor insoportable expandiéndose en todo su rostro. Sus ojos vieron la silueta de alguien entrando a su casa, incitando al canino a ponerse en alerta de cualquier indicio de peligro que rodeara al mayor.

Cuando se percató de quien se trataba, abrió los ojos de forma que pudiese ver con claridad a la persona que había interrumpido la paz de su casa.

— Tanto tiempo, Bang —Habló con una pequeña sonrisa.

Mientras recostaba su hombro en el marco de la entrada, encendió un cigarrillo que fue directo a su boca para tomar una calada. Seguido de eso, miró a su alrededor, clavando su mirada en la pequeña Hero, quien veía cada uno de sus movimientos con atención.

Sonrió enternecido, mostrando sus dientes blancos con los hoyuelos que se formaban al sonreír. Sus ojos se ponían más pequeños mientras lo hacía, haciendo que parezca alguien inofensivo.

— ¿La soledad te hizo adoptar un perro de la calle? —Preguntó burlesco. Se encaminó a uno de los muebles, pasando su dedo por sobre la madera y confirmando la suciedad en el área.

Bang Chan pasó saliva, aun con su mano tapando la herida que se había hecho en su frente. Al alejar la palma de su mano, se percató de la gravedad de la herida. La sangre salía en pequeñas cantidades, cosa que de cierta forma le aliviaba.

Lo que no le aliviaba, era tener a dicha persona en su casa. Sabiendo las cosas  de lo que era capaz,y el pasado que compartía con el de forma perjudicial para su presente teniéndolo aquí.

— ¿A que vienes? —Su voz salió segura y firme, queriendo llegar al punto del por qué el estaba ahí.

— Digamos que... —Pausó por unos segundos —Tienes a cierta persona bajo tu techo que me debe algo.

El peli naranja lo miró sin entender del todo, y antes de siquiera preguntar, el contrario volvió a hablar.

— Se llama _____ por lo que me dijeron —Giró su cuello un poco, dejando ver un tatuaje que sobresalía de dicha zona.

Un tatuaje nuevo en su piel que le puso los pelos de punta.

Vio de reojo a Bang Chan con cierta diversión, a causa de su obvia reacción de nerviosismo. No solo por nombrar a la chica, si no también por ver el significado del tatuaje.

— Dile que venga —Su mirada de oscureció y su voz dejó de ser amigable al decir lo siguiente —Tengo cosas que hablar con ella.

BODY┃LEE MINHO. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora